Todo caída libre en un precipicio infernal.
La palabra conspiración, aunque paranoica, no quedaría mal. Me gobierna esa sensación de avalancha inminente que nada quiere calmar, y mis intentos se pintan de estériles, pero ese espíritu obstinado nunca se va con las manos vacías.
La persecución del consuelo termina con victoria casi sobre la hora, y la copa de campeón viene del brazo de esa mueca alegre que me da la pauta de que los goles siguen valiendo, pese a los bombardeos impunes.
Sale, doblemente, el sol en mi ciudad.
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