Qué lindo es ver al fóbal así, ahí... después de tanto football, tanto fútbol. Después de ver tanto amarrete victorioso, tanto pragmático aburrido dando vueltas sin sentido...
Y sentir que la esencia de la belleza sigue intacta... ¡ah! Un instante feliz, una contemplación orgásmica: domadores del capricho haciendo con ese cuero malabartes memorables en conjunto, y dejando anonadado a un escéptico, y emocionando a uno de esos señores que parecen haber conocido ya todas las sorpresas, todos los sentimientos, todas las felicidades.
Y cautivar a los ajenos por el mérito propio, más allá de los colores.
Un aplauso de pie. O un aplauso de manos a todos sus pies, que acarican nuestros ojos como si fueran de cuero.
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