Ya soy esclavo de los versos.
Rendido y extasiado ante el papel,
me dejo beber por cada letra,
sorbo tras sorbo, espeso.
A veces ásperos tragos de arena,
otras grato licor de terciopelo
llenando los espacios abandonados
de esta ruina-imaginación.
¡Sedes insaciables!
No sé si soy ansiedad o abrevadero.
Borracho por la tinta,
fluyendo como un río
teñido de ambrosías,
revuelto en sus ficciones.
Trazo a trazo, retraso
la urgencia de la muerte,
su sombra inevitable
que roza mis orillas.
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