arden lívidas, distantes.
Todo brota de la luna
que desangra su fulgor:
el intento por ser sol,
su pasión de sal y espuma,
la tentación de la bruma
y un delirio en etanol.
Desdibujadas estrellas
llueven sobre la memoria,
ucronías sin historia
que en lo imposible destellan.
Brilla a fondo la más bella,
con su fe -que ya es victoria-
y en la cima de la noria
mis ojos se van con ella.
El infierno es lo que extraño
cuando sueño entre silencios.
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