A veces quiero desafiar todas las probabilidades y apostarme entero en una ruleta infinita que tiene como único número ganador una letra.
Y sé que estas cosas no tienden a salir bien, que cuantos más latidos propone el corazón, hay menos chances de un éxito.
Pero soy prisionero de sus rayos, tibiezas y suavidades.
Me guío por un calendario solar mucho más intenso que las hojas que gobiernan a tantos.
Y también quema, ojo. Estar tan cerca del fuego me deja cierto frío feroz cuando tomo la mínima distancia.
Un corazón perplejo, atontado y trémulo que atraviesa la tormenta ideal para consagrarlo o quebrar eternamente su hechizo de ideales.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario