...y entonces uno empieza a hurgar en los infiernos nuevamente para secarse la humedad que se filtra involuntariamente por el alma, o quizás para salvarse del gris nomás. Buscando no cometer el error de jugarse todo por un número que la ruleta no contempla.
Y la sensación feroz de que no hay un mundo que incluya al amor como sinceridad, como algo real.
¿No hay nada, entonces?
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