Sorbo la tibia calma que flota en tu mar de ensueño,
recojo el sosiego como una ofrenda,
recibo esa brisa que ansía nuestro estío
y se orea así este espíritu huraño.
Porque sólo me hundo en el descanso
cuando merodeo tu tranquilidad
contagiosa sensación de dulce quietud.
Y disfruto de tu paz, acunando al corazón.
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