Ametralla sus ráfagas imperativas
y en cúbicas tentaciones reitera
necesidades que se deshacen
tras abordar las realidades.
No pide permiso al entrar,
ni se limpia los zapatos sucios
de tanto pisar cabezas,
sólo ingresa, indiferente
y clava hasta el fondo sus dientes
en los rincones del ser.
Es el ejército de los reyes
sin armas ni infantería:
abstracta lobotomía
que impregna urgencias
donde otrora nada había.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario