Habla la ignorancia desde el miedo
pidiendo obligaciones como salvación
para alejar de sus fábulas oscuras
a los ángeles con la inocencia mutilada
(quizás perdida en un picado,
en una esquina cualquiera,
en los umbrales nocturnos...).
Grita "¡encierro!", y olvida
que los barrotes de adentro
son la prisión más cruda.
Grita "¡castigo!", y no sabe
que una vida a los palazos
es peor que cualquier murra.
Grita "¡educación!", pero vuelve
a pedir rigor como sendero
cuando a un continente entero
esa moda lo arruinó,
y hoy son polvo las raíces
(las que nutren el presente,
y perturban el futuro).
1 comentario:
Excelente... Nada más para decir.
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