Producir una sonrisa. Provocarla.
Apretar el nervio justo que genera ese alzamiento de comisuras y le saca brillo a los oclayos.
Volar en esa etérea alegría...
Las cosquillas rescatan una inocencia exacta.
Y el cielo se acerca a nosotros cuando extiende sus manitos:
a él por estar bien alto, a mí por su sensación.
Y, como por ósmosis, recupero niñez y vida.
Ser el asiento propulsor de una imaginación
me devuelve al sueño original.
Entonces su sonrisa es mi sonrisa,
y ya no sé dónde terminamos nosotros ni dónde empieza el cielo.
1 comentario:
Esto es tan mágico como verte a vos y a los otros nenitos siendo protagonistas de esa historia fantástica en la que se sumergieron.
Sus sonrisas y las tuyas fueron las que inspiraron a lo que movió que nacieran las mías.
La misma sensación suave y fresca que me bañó el alma al leerte de vuelta.
Vas a ser un padre hermoso.
:o)
Te amo.
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