que hay entre Escila y Caribdis
porque espera nuestra Ítaca:
floreada y siempre estival,
su Luna en pálida plenitud
que baña noches de brisas tibias.
Ríos susurrando al horizonte.
Mares alentándonos con su hidrofervor.
Está la tripulación
dispuesta a exponerse hoy
ante la muerte y sus símbolos.
Está el caos palpitando
en un aire dulce, que sabe
los enigmas tan ansiados.
Todo servido en la mesa,
para brindar por los tiempos
que fueron y que serán
en nuestra Ítaca inmortal.
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