Llueve en Santiago:
gotas rubíes vierten
ríos de sangre derramada
en las venas de Septiembre
en la muerte intrauterina
de aquella primavera.
Poetas fervorosos,
pasiones salvadoras,
y todo un desparramo
de tristeza en La Alameda.
Brota tu historia viva
en el filo de un bandoneón,
en su dolorosa respiración
que igual busca la belleza
y no se rinde al sufrimiento
vacío de agonizar quieto.
Párpados apretados,
esperando entre las sombras.
La música destruye la ausencia,
y llena todo con tu memoria.
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