Se cuelan, frías, las gotas
en mi ardor imaginario,
en las resecas resacas
que acumulo cada otoño.
Son colores que duelen
los recuerdos agraciados
cuando el miedo se presenta
y nos roba la sonrisa,
¡Roedor de la esperanza
no te acerques a mi espíritu!
Quiero creer que la muerte
también zucumbe ante el cuelgue,
que su hoz no es infalible,
que su agenda es alterable.
Quiero apretar en un puño
toda la sangre que tengo
para cambiársela al tiempo
por unos bises de vos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario