Se vacían de humanidad los salones
y quedan sólo esfuerzos individuales:
algún sensible en el pajar actual
que pinche esa absurda burbuja
donde se anestesian con ignorancia
los que todo lo pueden.
Alambran los campos con sus perímetros
y las cabezas con sus novedades
mientras las almas se desangran
en esas púas que las separan.
Triunfan con las divisiones,
y también otras operaciones:
restando esperanza y fraternidad
sumando veneno a la dosis diaria
multiplicando el miedo.
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