ahora condenados a sorber su destino
se quieren revelar contra lo que son
y piden respeto para su cizaña.
Buitres de la peor calaña
merodeando los cielos ajenos
en busca de algo parecido
a un fresco cadáver,
esperando por agonías
precipitando epitafios.
Y una boca irreverente
les sale al vuelo, enfrentando
sus patrañas maliciosas
con una voz genuina:
"¡Malditas aves traperas
que de la muerte se alimentan!
Hoy mi abrazo a la vida
los acerca a ser vuestra propia comida."
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