Un tono sepia copa los vistazos
que, como flayes, me ametrallan,
y siento al pasado, su aliento
respirando tras mi oído, susurrando
las fatalidades del tiempo ruin.
¿Qué importa el incierto futuro?
Si la belleza parece escurrirse
con los días raudos e incontenibles
Las flechas de Leopoldo,
como en una sola lluvia,
atravesando mi sombra,
llenándola de astillas
dejando tan sólo un hueco:
aquí anduvo tal saeta.
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