donde flotan todas las palpitaciones
buscándose mutuamente en los sentidos
que convergen para el estallido:
un momento y su más cósmico centro.
Donde nada sube ni baja
pero explotan de motivos
hasta espíritus inertes.
Donde no existe la muerte
porque ya la hemos vencido
y los monstruos son amigos,
como también lo somos
cuando estallamos fuera
del tarro que sujetamos.
Ahí, donde la ausencia nunca llega
más que en forma de poesía
quisiera poder ubicarte,
y que tu arte sea un altar
consagrado por mi amor.
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