en mis áridas zozobras
si se escurren las gotas
por una grieta marchita
la sed, que es tan recurrente
me llevaría sin dudas
a su claustro insensible,
volvería como el día
a los desiertos perennes
siendo libre eternamente
para esperar con paciencia
los caprichos de la muerte.
Pero elevar la mirada
y tener tu guía firme
convierte cada pisada
en un paso que se acerca
al premio desconocido
que sin mesura buscamos.
La huella que nos acerca
es un tesoro encubierto
riéndose a carcajadas
de los mapas y el desierto.
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