camina el menosprecio
entre todos nosotros.
Se ha hecho carne
ese sentirse absurdo
ante las decisiones
que otros pergeñan
sobre el porvenir
de nuestro navío.
Y ha llovido mucho,
durante el vacío:
gotero de muerte
y tristeza ha caído.
Devoró mil almas
el miedo insaciable,
y se hinchó la nada
y se hizo el silencio,
que otros perpetuaron
pareciendo eterno.
Pero a cada muerte
le llega su amor:
un rayito infiltrado
por las grietas tristes
devuelve al espíritu
de esta embarcación
los rumbos sensibles
que evoca el corazón.
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