Se lo cruza en la calle, en las paradas de colectivo, en las ciudades propias y ajenas.
A veces hasta pareciera que lo busca sin querer, porque siempre hay símbolos repentinos o sucesos metafóricos que atizan su melancólica espera.
Y yo sé que está reservado para su porvenir un amor de calidad: llegará, tan compañera y dulce como la soñó, sin chistes de mal gusto ni sombríos embrollos que enturbien el sentir.
Porque un corazón noble llega a buen puerto, atravesando tempestades, entrenándose en el arte de vivir. Y cuando haya sorbido todo el sufrimiento, un atardecer de perfectos arreboles se hará infinito en las manos entrelazadas de su amor.
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