La flor más hermosa, marchita entre las páginas del diario
sin rubricar sueños que la renueven hoy.
El desaliento en su vuelo por un cielo grisáceo,
y la primavera que se hace desear.
Pero es mejor creer en la luz, en su resurrección.
La fe está más allá de un símbolo,
y los sentimientos son buen augurio.
Que sigue siendo posible amar
sin negar los inhóspitos sucesos cotidianos.
O ver en el presente un pasado indiferente
convertido a futuro de unión infinita
y querer ser un reflejo de semejante amor.
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