no se diluye
ni con una inundación.
E igual quiero
ser esa lluvia
que quite espesor
(aunque un poco
un mínimo...)
a los disgustos
del alma-perla
que guarda celoso
ese caparazón
hecho de penas.
Pero es difícil
(a veces creo imposible)
llegar a ese núcleo
tocar el nervio
que estremece
las estanterías
donde se archivan
todas nuestras sombras
para que caigan
por siempre jamás
a un lugar inexpugnable.
Sin embargo
jornada tras jornada
veo el Sol
siento el alba
a través
de tu presencia,
mientras que
cuando sos ausencia
no consigo arañar
ni un guijarro de luz.
Tan así se ponen
las penumbras
cuando eligelidamente
porque elijodidamente.
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