culpa a la semilla.
El que teme a diario
huele a presa fácil.
Las palabras apuntan
como cuatro dedos
a la pluma cómplice
del sentir que aterra.
Jueces en redacciones
quieren ser los escultores
del paradigma del bien
(¿ante los ojos de quién?).
Jueces de martillo fácil
rebalsan las oficinas,
esgrimen su idiosincrasia
como un legado sagrado,
alzan sus manos manchadas,
afectadas, llenas de odio.
Jueces de pena y muerte:
paredón incontinente.
Cultores desenfadados
del presidio por si acaso.
De tanto creer
se acaba por crear.