sábado, enero 29, 2005

Tratemos de entendernos: gente, ustedes, en su mundo. Yo no quiero joderlos. Mi presencia y mi persona son míos. No me juzguen. Yo no ataco. Yo no muerdo. Yo no invado. Yo no ladro. Yo no asfixio. Por favor, juguemos con las mismas reglas. No soporto la injusticia, no soporto su injusticia, su tuerta ley. No aguanto a las mayorías. Quizás, es cierto, tenga que ver con que soy una minoría. Una ínfima, individual, única y mía. Pero esta específica minoría gustaría de ir por el mundo sin tener que chocar con cada mayoría en todas las esquinas de su amplísimo infinito.
Hagan un lugar, dejenme entrar en ese pequeño ghetto donde los gigantes no pasan por la puerta, donde la enorme mentira no puede ingresar ni un miserable dedo. Por favor, necesito ese pequeñísimo lugar a salvo del juicio universal. No soporto tanta falacia real, tanta verdad de bajo presupuesto, a corto plazo, con tristes pasatiempos de inventos para seguir el circo. No quiero domadores. No quiero ser un león en la ciudad.

jueves, enero 27, 2005

Nostalgitis.

Suena una mermelada de perlas, y en esa densa dulzura se moviliza una marea de pequeños deseos acrónicos, como de un futuro anterior. Claro que esto viene de antes, y de más atrás también. Porque la nostalgia es fundamental. Es, incluso, ominpresente. Y en ese estado saturado de magia, a veces se rebalzan las macetas y sobreviene un diluvio y embalses en los párpados. Hasta puede haber una hemorragia ocular, ese estallido tecnicolor de las alas. Una agudísima enfermedad propia de los ilusos más ilusos.
Confesión.

Dos miradas perdidas en la enorme distancia que se amaina cyberneticamente como una lluvia y una toalla. Pequeños guiños, como gestos del momento que siempre fue, todo tan estiradamente cómplice. Hay un tiempo que se agota y juega como joker de un lado, para que la épica confesión se camufle y salga ilesa, como si en el orgasmo se hubiera vuelto invisible, o hasta etérea. Pero hasta el tiempo tiene un precio, y un buen protagonista debe estar dispuesto a gatillar cuando se dispone semejante desenlace. Así que un anexo de minutos fue suficiente para destruir el velo y que la confesión vea la luz... bah, las dos luces. Así, entonces, surge una perplejidad un tanto suave, ya que de cierto inconsciente modo nuestro muchacho infería alguna afinidad.
Pero el golpe fue muy directo, sin amortiguación, y eso es shock asegurado. Tanto shock que ya un buen tiempo y la respuesta de los órganos se hace esperar. Hay como olor a miedo y a gato al mismo tiempo, se forma una conjunción tan peligrosa e incierta que ya solo se teme al mismo temor, como cajas dentro de cajas con, qizás, alguna (buena) sorpresa.
El cemento y el mar no se llevan para nada bien. No, no y no. La ciudad me coarta el infinito, y yo soy el mar. Y la luna es mi gurú. Ella y su mano me movilizan hacia ese futuro promiscuo.
Vigilia y Averno.

Hay una extraña presencia en el ámbito. El sueño no llega y la impaciencia desnuda el aire turbio, que comparte su temor conmigo, el único sobreviviente a la noche-amanecer que se come, uno por uno, a mis pares. Caigo en la confusión y, como sin contraste, me encuentro ya con sueños para nada placenteros, ni siquiera lógicos. Vomito sangre y ahí va el tesón, ni siquiera la rabia me queda. Y la función decae y se rehace en reiteradas acciones, y el miedo se va amalgamando a la desesperanza, como un cuento-mito con la sociedad de turno.
Pero despertar, volver y comprender. Aunque esta vez con más precaución.
Vigilia y Averno.

Hay una extraña presencia en el ámbito. El sueño no llega y la impaciencia desnuda el aire turbio, que comparte su temor conmigo, el único sobreviviente a la noche-amanecer que se come, uno por uno, a mis pares. Caigo en la confusión y, como sin contraste, me encuentro ya con sueños para nada placenteros, ni siquiera lógicos. Vomito sangre y ahí va el tesón, ni siquiera la rabia me queda. Y la función decae y se rehace en reiteradas acciones, y el miedo se va amalgamando a la desesperanza, como un cuento-mito con la sociedad de turno.
Pero despertar, volver y comprender. Aunque esta vez con más precaución.

viernes, enero 07, 2005

Si la magia hace combustión, todo un estallido voraz se apodera de instantes infinitos, y así yo juego en la boca del león, ondulando entre espíritus de capa leve y espada invisible, que me ganan la mente como una guerra tierna.
Delirio-trampa.

Anoto en el agendo y salgo jugando por los costados, pelota al piso y tranquilo.
La historia nace de un pequeño cuento que traía a colación un juego peligroso. Tiempo después, ese juego me envuelve y resulta imposible de eludir, aunque sea imposible por propia voluntad.
Ahora soy el osezno inocente sobre la boca metálica con el estómago vacío, y aguardo la caída o el salto heroico y victorioso.

jueves, enero 06, 2005

Un rumiante fatigado se hace presente entre la muerte fabulosa que vino a poner un poco de desvarío a la locura habitual (o cómo decirlo... a enquilombar más las cosas), y en su lomo llega, reinando nada, una majestad lunática.
De su bolsa pequeña pero intrigante saca un pequeño gran dibujo, y como con magia me refresca un poco la noche sofocante. Sí, como con magia. Como una reina mágica, o maga.
El frutillo del postre, un abrazo. Virtual o no, pero bonito al fin.


¿Serán las nubes
almas de humo
que un gran incendio
consumió vivas?

Ay de quien ose
llorar de menos
o hablar de más
porque tragedia
significa congoja
de por lo menos tres días.

Sin noches y risas
sin días de sol
Sin la adrenalina
como una supernova
estallando en el pecho.

Ese luto absurdo
de gesta divina, o casi
es la hipocresía más cruda.

No hay falta al respeto
mayor que la ética
y su primogénita máscara.
El amanecer como paraíso, en mi jardín de edén personal, mi parcela de cielo.
Desenmascara un día tan pesado como abstracto en este preludio mañanero, herencia de una suave noche veraniega.
Yo, frente portal absorbente, llamando a mis héroes, esos paladines del silencio, invocando una ayuda ante los desvaríos de la consciencia en llamas, y con una brujita de alma sencilla y mente estrafalaria del otro lado.
Se me cuelga todo el panorama.
"Laberinto del sueño, donde se pierden los demonios de la memoria..."

lunes, enero 03, 2005

Va colgado de la luna, arriba de la verde alfombra mágica que ondula los bordes al sonido del viento como un papel libre. Lleva un tucancito entre los dedos que es travieso y se escapa habilmente, saliendo suave y delicado hasta el suelo espeso. La búsqueda, terrible y áspera, no se lleva bien con la falta de luz de esa indecisión entre noche y mañana, entre sol y luna, que juega con los sentidos confundidos de nuestro vampiro drugstore.
Vale la pena verlo tantear el alfombrado como un ciego en el microcentro, buscando entre flashes la exoneración de culpas pacíficas.
Entre tanto, los duendes hacen su trabajo, cual hormigas, y van retirando del envase las pequeñas dotaciones de éxtasis para llevarlas a un lugar más seguro. Dejan el sedoso envoltorio, muy agradecidos del inesperado regalo, y atrapan sueños por el camino de tierra que lleva a su florido reino.
Volvemos al caso: el sol se puso los pantalones y copó la parada nuevamente, aunque con un poco de resistencia aun, pero suficientemente brillante como para que la vista del colmilludo investigue en sanas condiciones. Así las cosas, la nueva fase de la búsqueda resulta un éxito inmediato y, un tanto sorprendido, nuestro amigo descubre la falta del cielo. Lo piensa dos minutos, un ruido entre las plantas, y ya: ellos lo merecen. Entonces acerca el resto al planto, y todos hechos.
Más duendes felices es más futuro lunático asegurado. Aparte, esto deviene en una hermosa amistad, yo sé lo que les digo...
Rompo y congelo, golpeo
la puerta del infinito desconocido
mejor que el malo por conocer
o de golpe una estrofa
y todo quiebra, como el tiempo
un caos furibundo que atrapa
almas en su ojo más sabio.

De pronto el atardecer
como la puerta a la paz.
Y estalla en mil pedazos
cualquier inconveniente.