jueves, enero 27, 2005

Vigilia y Averno.

Hay una extraña presencia en el ámbito. El sueño no llega y la impaciencia desnuda el aire turbio, que comparte su temor conmigo, el único sobreviviente a la noche-amanecer que se come, uno por uno, a mis pares. Caigo en la confusión y, como sin contraste, me encuentro ya con sueños para nada placenteros, ni siquiera lógicos. Vomito sangre y ahí va el tesón, ni siquiera la rabia me queda. Y la función decae y se rehace en reiteradas acciones, y el miedo se va amalgamando a la desesperanza, como un cuento-mito con la sociedad de turno.
Pero despertar, volver y comprender. Aunque esta vez con más precaución.

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