viernes, agosto 31, 2012

Anecdotario.

La noche está hecha. Digo: nosotros no vamos a ser los que cambiemos la consistencia de la noche, ni su fisonomía, ni su composición. Nos queda hacer de ella un sitio amable, inspirador, misterioso, indescifrable...
A las historias hay que saludarlas, como a los personajes, sino no hay repertorio para el mañana.
¿A quién querrán engañar los que disfrazan su consciencia con indiferencia?
¿Realmente preferirán esa burda repetición insípida?
Cada errante tiene un cuento, cada historia tiene un ser detrás.

miércoles, agosto 29, 2012

Atravesar el pasado.

Volver es siempre maldito.
El recuerdo, la confirmación;
regresar al paraíso
es un camino al infierno.

Todo tiempo pasado
se intensifica en la mente
y esta quiere regresar
a lugares imposibles
como montando una escena
(Good Bye, Lenin!).

Hacia adelante: el sendero
del que más aprenderemos.
Voltear la mirada
es lastrar cualquier ruedo.

La belleza de las cosas
está más allá del tiempo.

viernes, agosto 24, 2012

Salpicón.

Todo tu llanto
(húmedo manto)
monta esta escena
(lleno de pena).

Gotas sin ojos
cargan tristeza,
en cada calle
sus dos arroyos.

De los cristales
lágrimas bajan
hacia un suicidio
que será charco.

Puntos de agua
surgen en todo.

jueves, agosto 23, 2012

Artestand.

Me dejo engrupir por el día
y disfruto su ardor efímero
en la piel, en la sien
como una idea a los gritos
(palabras que no comprendo
en gestos desconcertantes).

Se está hecho de dolores
también, no solo epopeyas:
un héroe sin traspiés
¿qué clase de héroe es?

Sin embargo, hay que buscar
las primaveras sin fin
no resignarse al calendario
ni a caprichos estacionales
ni a los ciclos racionales
ni a ídolos incuestionables.

Si cada día rendimos
nuestra bandera en detalles
las cotidianas batallas
serán eternas derrotas.

Que el sol entibie los trapos
y que el viento los perfume.

miércoles, agosto 22, 2012

Reviento.

Noche de arañas
y luna risueña.

Llamados lejanos
a sordos ángeles.

Quejido de hojas,
techos crujientes,
tormenta urgente
en la urbanidad.

Todos en fuga
rumbo a la ausencia.

El mar, recóndito
ruge sin pausa:
¿será el suspiro
de una nostalgia?

Se quedan las veredas
más solas que las calles.

Otro eólico embate
arrastrando cementerios
en ráfagas de hojarasca
que hamacan la luminaria
y van repartiendo sombras
en caprichos pendulares
como febriles delirios
o un vaivén emocional.

lunes, agosto 13, 2012

Innecesario.

Cada vez hay más respuestas, pero menos preguntas.
Todo es un ahorro de tiempo, de energía, de ingenio, de creatividad, de vida.
Sin embargo, tantas soluciones acaban con los problemas, y eso da comienzo a la invención de algo mucho más rentable que los remedios: las necesidades.

Parque iris.

Te invita los colores
su predio generoso
sus duendes, sus fantasmas
su vida prolongada.

Te canta con mil voces,
trinos, gritos y ladridos,
y un mar seco pero fluido
arrulla silencios lejanos.

Te devuelve un rato
la calma evaporada
y al niño erosionado
por el roce del tiempo.

Te enseña sin palabras
por dónde anda la vida,
digamos: una idea
de cómo no oxidarse
y no mimetizarse
con el entorno gris.

Te ofrece todo un cielo
para que vos lo rasques
y te subas a un ave
que vuele hasta el final.

sábado, agosto 11, 2012

Desanudar la sangre.

La energía sube como savia
desde el núcleo a mi raigambre
y bulle sin reservas
-por la sangre incontrolable-
hasta esos rincones
que habitualmente olvido.

La tormenta no viaja
en el bondi de este espíritu
que se pone un poco serio
para no volverse etéreo
y le niega firmemente
el timón de sus ficciones
(ni un papel secundario
ni mojar el pan siquiera).

Es que cederle a la insidia
de la muerte una mirada
es regalarle un momento
de nuestra vida a la nada.

jueves, agosto 09, 2012

Djangod.

Hay cuerdas que desatan
aún en la tormenta.

Notar nota a nota
agotar gota a gota
los tonos del diluvio
finísimo, expansivo
que flota sobre vos:
la mejor ciudad
para ver ahogarse
al mundo en la humedad.

Yo soy una inconsciencia
que roe las melodías
con hambre y satisfacción
(amén de cierto ensueño).

Y ellas se apoderan
de mi permeable mente
y la hacen flamear
como una bandera
sin lienzo ni colores
pero llena de viento.

Juega con el tiempo
como con una masa
(juega, y se divierte
y yo le doy minutos
para que los amase
para que los transforme
en algo de su arte).

Como no te amase,
música hermoseadora,
serían peores de grises
los rocíos invernales.