martes, enero 31, 2012

Elemental.

Un manojo de elementos
se arremolinan apasionados,
empapados, incendiados,
arraigados a su éter.

No cabe en las pieles
lo que sudan sus almas,
encharcadas las palmas
que rebalsan de mieles.

Son latidos al unísono
profanando la frialdad
con su ritmo crepitante
que desploma los estantes.

Y una vez fundido todo,
(derretido, evaporado)
la tormenta incandescente
nos regala su descanso
con la calma compartida
en este tibio remanso.

Jodiéndola.

La muerte es hija del tiempo,
árbitro parcial de la eternidad.

Y las ansias locas,
y las horas laxas,
y las lunas santas,
son adornos quietos
para aquel después
inconmovible.

No es crueldad lo fatal
pero deja dudas su rastro
que jala del panorama
las visiones entrañables.

Y el único truco cierto
para burlar al hado vil
es consumir los momentos
hasta las últimas gotas,
entonces sólo obtendrá
de nosotros un envase.

lunes, enero 30, 2012

Vates.

Los poetas mueren cada día,
y renacen con el crepúsculo,
entre las piernas pálidas
de la luna que los alumbra.

Son una raza imperfecta,
naturales psicodélicos
de vuelos impertinentes
y causas poco tangibles
aunque siempre conmovedoras
para el ánima sensible.

Los vidrios de sus ventanas
se empañan tan fácilmente
como el espejo que invade
a una frágil flor muriendo.

Sus musas son un misterio
que merodea por los sentidos
trastocando cada motivo
y embelleciéndolo todo.

Las tinieblas los arropan
cuando buscan destellar
porque su brillo es difuso
pero genuino e intenso.

domingo, enero 29, 2012

La nostalgia, esa fatalidad.

Se aleja en la lontananza
y queda su estela ahumada
royendo mi espíritu ajado,
ya hecho jirones de pena,
derramado sobre el suelo
rendido en su nostalgia
profunda como la historia
que nos arraiga ad eternum.

Todo lo que era promesas
de albores interminables
hoy se ha consumido entero
legando un mar de cenizas
para que nade el recuerdo
y se ahogue de inmediato
en lo imposible de siempre
(nunca un final fue feliz).

El tiempo se encargará
de atenuar, con su costumbre,
la congoja que ahora arrecia
y quedará un sabor salado
como a lágrimas resecas
en el fondo de algún vaso;
pero no podrá sanar
la herida de la distancia,
ni su crónica insistencia
ni esta terrible ausencia.

jueves, enero 19, 2012

Derrame de ilusión.

Tengo tanto sentimiento que no lo puedo contener, y se escapa como vapor por los poros de mi espíritu. El estío llegó con su infierno amable que tan dulce me sienta, y entonces no puedo más que disfrutar de sus vicisitudes, y de los designios majestuosos que se avecinan, inmediatos. Y urgentes, claro: un ánima visceral en el horno asfáltico se quema tarde o temprano si no se la airea ante la brisa marina o el soplido auspicioso que recorre las sierras.

Antídotos encarnados.

Abrazo esta militancia
en la amistad, y sus banderas
de inquebrantable lealtad.

Soy el que sueña un mañana
hombro a hombro con los mismos
que hoy, como ayer, acompañan
mis penas y mis ilusiones,
los rituales, las canciones,
el vino y cada emoción.

Y si soy esto que soy
es porque me han cautivado
las leyendas entrañables
que nos unen desde siempre,
desde donde haya memoria
resistiéndose al olvido
a las sombras, al absurdo
que me arrastra hacia la muerte.

miércoles, enero 11, 2012

Un día.

Plomizo el paraíso,
sus frágiles tormentas
intermitentes, ciertas
de rayos sin centellas
y una que otra estrella.

Un silencio mentiroso,
un albur de soledad.

Enrocar el tiempo
(un deseo arraigado)
con ese niño pequeño
rebosante de ensueños
evadiendo lo abyecto,
el gris de lo correcto.

Que nada pase tan raudo
como para no poder ver
el paisaje del camino
que nos ha tocado hacer.

lunes, enero 09, 2012

Alboreando.

Qué lindas le quedan al barrio
las veladas de luna llena,
y qué bien le sienta el estío
con sus perfumes de almíbar.

Y las calles, con los callos
de tantas pisadas tintas
que pesan en la piel pétrea
de los olvidados adoquines,
en el confín de su esencia
(testigo y mito insoslayable).

Sentir tu caricia amable
amansando mis ansiosas plantas.

Verme rodeado por el alba
en tu entrañable decorado
embellece las miserias
que afloran cuando amanece
y deshace lo sombrío
con su abrazo inquebrantable.

viernes, enero 06, 2012

Ser lo que se es.

No puedo detenerte, intensidad.
Sos la sangre que hace falta
cuando tantos se acomodan
en un tibio empate diario
que es pactar con uno mismo
sin escrúpulos ni códigos
ni sueños impostergables
que leven al aplastado.

¿A quién le vendo mis ansias?
¿Con quién negocio las ganas?
¿De quién dependen mis alas?
si yo mismo empeñé los pies...

Y el Amor no puede amar
si pide tranzar el alma
para pagar sus caprichos
tan tiranos como ciegos.

La libertad, para ser,
necesita que la encarnen,
que la piensen, que la sean.

jueves, enero 05, 2012

Fuerzas de flaqueza.

A su corteza le crecen alas
desde lo más profundo del tiempo
que es, nuevamente, un villano
incapaz de frenarse a observar
la poesía deshaciéndose, muda
en el marchitar inevitable
de tantos días que fueron flores
hechas de versos con su voz.

Y si echa a volar
¿qué habrá de nuevo?
Siempre fue el viento
y las palabras yendo
montadas en la brisa
que escapa de su herida.

Y si duerme en su arrullo
enredado entre imágenes
habrá creado el paraíso
como epígono de su arte.

lunes, enero 02, 2012

Fotografía de un alba incandescente.

Un escuadrón pacífico en el epicentro festivo, en el ojo de una tormenta que no arruina a otra cosa que a sí misma -por momentos-, se amotina contra todo lo que quiera aguar el encuentro (salvo contra el hielo, al que le permitimos diluir en pos de refrescar la noche sedienta y ardorosa).
Estamos reinaugurándonos, y vamos a dejar el cuerpo en este bautismo etílico que le damos al futuro, para purgar las sombras que se nos fueron metiendo en el alma, desinfectándola un rato.
Y no importa que empecemos tarde, ni las botellas que se resisten a nuestros labios, ni los giles con su violencia, ni el terrorismo pirotécnico, ni el amanecer ansioso, ni el sol ensañado con nuestros cráneos, ni el siempre inoportuno correr del reloj (más raudo que nunca).
Sólo necesitamos las ganas, estas ganas locas, frenéticas, indelebles, movedizas, fornidas, deliciosas de estar vivos, eternamente vivos en el ahora, en el momento que nos pide a los gritos no dejarlo pasar, no ignorarlo en pos del confortable descanso, sino tirarnos de cabeza en su mar de vida y nadar hasta que el agua se haga gelatina, acompañados por la troupe risueña e irracional que sabe sanar para resistir los pinchazos de esas agujas formales que sólo revientan los globos desinflados.