A su corteza le crecen alas
desde lo más profundo del tiempo
que es, nuevamente, un villano
incapaz de frenarse a observar
la poesía deshaciéndose, muda
en el marchitar inevitable
de tantos días que fueron flores
hechas de versos con su voz.
Y si echa a volar
¿qué habrá de nuevo?
Siempre fue el viento
y las palabras yendo
montadas en la brisa
que escapa de su herida.
Y si duerme en su arrullo
enredado entre imágenes
habrá creado el paraíso
como epígono de su arte.
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