jueves, mayo 29, 2008

¿Hace frío?

Hay nudos que a la vista son la complejidad hecha cordón, enmarañados con más vueltas que la calesita del Parque Chacabuco, y sin embargo un tirón certero los desaparece mejor que cualquier Jorge Rafael.
Así es esto del amor, a veces: todo un lío de eras milenarias que de pronto se soluciona de modo tan fugaz que sorprende, con una sonrisa cómplice y tranquila.
Es tan sencillo nuestro latir cuando les sacamos protagonismo a las sombras y las depositamos en su lugar original (el de espectadoras de la pasión) que parece hoy absurdo el sufrimiento que a veces mella nuestros espíritus.
Todo un día de risas y sonrisas es el mejor antídoto. Que el frío pase de largo, porque acá no se siente más que el calor que dejamos durmiendo entre esas sábanas negras.

jueves, mayo 22, 2008

Molinos.

Si aquel loco caminara hoy por Buenos Aires, caería rendido ante la inmensidad de los aggiornados molinos.
Carteleras de vacíos, colores eléctricos y visiones asesinas. Gigantes seres monstruosos que atacan nuestro mundillo y lo invaden como quien abre un caramelo y se lo mete en la boca.
No tienen aspas, no obedecen al viento. Sencillamente imponen su figura recortada en el horizonte, obligando a los sueños a no ir más allá de su fría rigidez.
Y amedrentan a las almas para que dejen su libertad en el piso como si fuera un arma.
Y se ríen con carcajadas macabras, mientras lo vigilan todo.
Molinos que muelen espíritus y con ellos hacen harina para alimentar su enormidad.
Tristes e inanimados dioses de un mundo que ya se veía venir.
Su romántica visión no era más que una profesía...

jueves, mayo 15, 2008

Otro suspiro (más cálido).

Como un duende que agarra al azar potes de pintura y reparte brochazos tecnicolores por todo el ojo. Una sonrisa se-cuela en el lugar y cambia la manera de sentir casi automáticamente.
Personas que cambian. Cambios que apersonan. La visión de la vida.
El loco mundo del amor, entre laberintos que elegimos y eternidades que nos abordan, todo hecho a medida de algo desmedido, capaz de demoler con sus formas todo lo que una mente estancada conoce.
El cielo nos da las buenas noches, esas del beso que quisiera darte ahora.
Soñar con soñarte (hasta disfruto esta obsesión).

miércoles, mayo 14, 2008

Un suspiro.

El dolor se siente en los ojos y se ve en el rictus que deshace su solsticio.
Hay poesía muerta en unas mejillas, hay desesperación en un muchacho,
contracciones, convulsiones, convicciones en un espíritu
que se abraza con medio pulpo y doble corazón.
Pero que no se desdibuje este retrato de los tratos y el sentido
como el destino desteñido de una foto mojada colgando al Sol.
Y que la fiaba que augura perdices no se equivoque de ave.
Que su tristeza enjaulhada se acuerde de que la puerta está abierta
que su llanto le oxida las alas rayadas, doradas.

Dé el repique corazón,
le pido como un favor
que si su tambor late
la belleza se le bate
y la crema de milagros
es el postre y la cereza.

miércoles, mayo 07, 2008

Mi cristal.

Unos ojos ciegos o confundidos pueden infernar cualquier edén con muy poco esfuerzo (así de fácil es la tristeza). Pero no siempre es por no querer ver.
A veces, sencillamente los colores nos pasan por al lado y por ese berretín de mirar al piso los dejamos ir sin reparar en ellos, que se quedan a nuestro derredor mientras esa estupidez hipnótica del tristenue lo camufla todo entre las sombras.
Y hasta se oxidan, se desgastan, se destiñen. Pero cuando los colores son latidos, cuando los sentidos se sienten, esperan (gracias al cielo o lo que sea), y un día ocurre el milagro: se calza en nuestros ojos (no sólo el par que está sobre la nariz, también los de abajo a la izquierda) un cristal y el astigmatismo monocromático muere, y de sus cenizas renace un fénix tecnicolor (o una mariposa, depende).
Y ese ser alado nos carga en su vuelo y eleva consigo todo el espíritu que se hace uno. Revive el panorama, la primavera es todo, y los detalles son gotas de lluvia que pintan con luz el terreno que recorremos a diario.
Los seres queridos se vuelven amados, los atardeceres son razones para revivir, las nubes se ponen la pilcha de obras de arte, y no podemos descoser la sonrisa que nos bordaron en la cara.

martes, mayo 06, 2008

Amanesiendo.

Tanta madera que nos rodea... esto se va a incendiar de amor, mi amor.
La tela que cubre un sueño dormido de pronto se hace cenizas que vuelan entre vapor de corazones y un nuevo milagro viene a timbrarnos, y ambas manos que ya son una giran la llave y abren una puerta tan sencillamente que lo infranqueable del pasado sólo es un bordado de color en la anecdótica pasión.
Ya del otro lado del Sol, ya envuelto y desenvuelto, como un regalo que el espíritu recibe en su día más esperado.
Es el paraíso, por decir algo, porque todo lo glorioso necesita ser dibujado, ya que en el fracaso de la representación se consuma el ideal.
Y se deshace por completo la forma material de nuestra anatomía, y quedan solamente los sentidos arremolinados en la más dulce tormenta espiritual (pero de esas tormentas que no atormentan, sin que riegan, que humedecen la garganta de la tierra para que pueda cantar su serenata de verdes paisajes y calman el ardor de un Sol incontenible).
Así, nuevamente, este hechizo se siente invencible.