jueves, junio 26, 2008

Tengo.

Tengo un amor hermoso y mañoso,
que se tensa y se sosiega, que me afirma y que me niega,
y arrastra un poco los sueños cuando carretea
para levantar vuelo al instante, elevarse, elevarnos, salvarnos.

Es un amor afiebrado, que cuando está sano reluce
y cuando enferma lo cuidamos, por más que a veces pensemos
que no es tanto lo que sabemos, o que quizás no encajamos
para ser los doctores de un paciente tan sensible.

Pero sana, y sana, y sana, y es mejor con cada día
porque poco a poco aprende de las recaídas.
Entonces suaviza las jornadas, le pone alas a la nada
y otra vez al cielo, lejos del hielo y del suelo.

Tengo un amor de colores, un enchastre de arcoiris en las paredes del cuore.
Tengo un amor de sabores, los más dulces, los mejores.
Tengo un amor perfumado, con jazmines y melones, con limones refrescado.
Tengo un amor auditivo, en el canto de la sirena que al mar me ha entregado vivo.
Tengo un amor en el tacto, a lo largo de la piel, con un roce siempre exacto.

Entonces lo tengo todo hasta cuando creo que no hay nada,
porque ahí aparece un hada que me inventa el universo.

miércoles, junio 25, 2008

Papilla de corazón.

¿Cómo soportarás el dolor? ¿cuál será tu destino?
Ánima encerrada en un cuerpo encerrado.
Del lado de allá de la libertad, de la verdad, del color,
¿qué puede enseñarte tanta paliza?
Atalayas humanas, el peso de los ojos ajenos en los hombros propios,
el desasosiego casi pegado.
"Mientras hay vida habrá esperanza".
Mantra del enclaustro para sobrevivir a la muerte en vida
y renacer como un fénix húmedo.
La vigilancia, las ansias.
Todo es un enemigo así.
Pero tu fuerza, la de un guerrero desarmado, la de un amante de la vida,
es la mejor demostración de que el espíritu es una ganzúa infalible.

jueves, junio 19, 2008

Hay jugadores de alfombra y otros de piso.
Lo malo es cuando a los de billar se les empaña el paño y no pueden ejecutar.
Pero está la verdad de algunos extraños que en un Saigón recién caído pueden pisar una pelota
o inventar lo que nadie en ningún laboratorio.

miércoles, junio 18, 2008

Pantallá.

¿Qué es lo que se puede creer de la pantalla para allá?
Una caja de empleados con vidrios polarizados.
Grandes números virtuales, exageraciones capitales
dándole solidez a lo que inventaron como economía.
Modas que destruyen la esperanza de la gente.
Disquesabios atolondrándonos con miedo.
El clientelismo cerebral y la empatía por el vacío.
Artificios que quieren chapa de perfección,
y no son más que un absurdo con fiebre en el ego.
Ultravición.
Los vasallos de la noti$ia. Ellos arreglan al mundo
siempre y cuando a ellos los arreglen. Bien.

martes, junio 17, 2008

"Dulce introducción al caos".

Tiene violines.
La canción se vuelve abrojo neuronal.
Armonía, dulzura. Paisajes de claros del monte, o el sol del otoño más verde.
Está el señor Iniesta, que a veces dobla las palabras y hace origamis con el sentido.
Y una tormenta, alta mar, que me remite a la ceguera de unas horas. Los colores igual estaban.
Volar.
Uno de esos finales que quisieras eternizar.
Otra oída.
Esas cuerdas no te largan prenda.
"Mientras tanto pasan las horas
sueño que despiero a su vera".
Como el mar y la tierra.
"Agarrado un momento a la cola del viento me siento mejor
me olvidé de poner en el suelo los pies y me siento mejor".
"Volar".
Qué buen tema.

jueves, junio 12, 2008

"El fruto de la propia codicia"

La manzana es un loro de papel, las serpientes son carteles que apuntan a tu mente con precisión aterradora.
Hay un hambre incesante en las sienes, y no de cultura. Pareciera que cuanto más llenos los bolsillos, más vacíos los espíritus.
Los disfraces no engañan a la conciencia o la inconciencia, sólo a quienes van ciegos de profundidad.
La tristeza es un virus que no se cura pagando a los privados. Lo que se puede comprar reluce pero no luce ni es luces, sólo tonto neón. Como sus colores.
El carnaval siempre será de quien lo cuide y no de quien lo compre.

martes, junio 10, 2008

Tres hojitas llenas de colores, como si hubieran caido de un árbol en plena primavera, indiferentes al inviernotoño que hace ahí fuera.
Tres hojitas de arcoiris, de corazones, de diamantes y sus luces, del cruce que el tiempo nos dió, y dios, si existe acá tiró para el lado del amor.
Tres hojitas que contienen un mundo de esos que aparecen en los cuentos para chicos (nosotros somos chicos, no de talle, pero sí en detalle, porque la risa y el juego, aunque no valgan en el curriculum, los tenemos bien desarrollados).
Tres hojitas, dos corazones, un amor.

Una esfera para tantos sueños...

Rueda, como la rueda que lleva adelante un sentimiento, una ilusión.
Rueda por la pasión que se deposita, ferviente, en la atención que le prestamos, que le regalamos.
Y gira, caprichosa e indiferente a las expectativas, sólo respondiendo al cariño que se pone en su cuidado, porque ella también late.
Como latimos al mismo ritmo las almas que nos empapamos en su fantasía, cuando jugamos a ser jugadores o cuando caemos en la hipnosis de sus berretines en el paño más irregular del mundo.
Y los colores, que cada uno valora sin concesiones a la razón, porque la gloria y los laureles no ganan el próximo partido, y el sufrimiento en la vida es otro condimento para no caer en la insensibilidad oficial.
O los artistas, que traducen la belleza a un contacto con el cuero, con el trazo más perfecto para describir lo que el deleite pretende, y conmover el entusiasmo de multitudes azoradas por un simple movimiento que nada de simple tiene.
¿Y los que hablan de suerte? El que hace cien agujeros y encuentra un tesoro, tiene suerte (y perseverancia). Pero el que se topa con 80 cofres... La casualidad tiene un límite.
También los guerreros, que ponen la frente en frente de la bota enemiga con tal de salvaguardar su trinchera.
Y mientras, sigue rodando... como el mundo, a su alrededor.

domingo, junio 01, 2008

"La historia de la esquina..."

Estaba el Diablo mal parado en la esquina de mi barrio
(ahí dónde doble el viento y se cruzan los atajos)
al lado de él estaba la Muerte con una botella en la mano
me miraban de reojo y se reían por lo bajo,
y yo que esperaba no sé a quién al otro lado de la calle del otoño
una noche de bufanda que me encontró desvelado
entre dientes oí a la Muerte que decía... que decía así:
-¿Cuántas veces se habrá escapado como laucha por tirante?
y esta noche que no cuesta nada, ni siquiera fatigarme,
podemos llevarnos un cordero con solo cruzar la calle.
Yo me escondí tras la niebla y miré al infinito
a ver si llegaba ese que nunca iba a venir.

Estaba el Diablo mal parado en la esquina de mi barrio
al lado de él estaba la Muerte con una botella en la mano.

Y temblando como una hoja me crucé para encararlos
y les dije "me parece que esta vez me dejaron bien plantado".
Les pedí fuego y del bolsillo saqué una rama pa' convidarlos
y bajo un árbol del otoño nos quedamos chamuyando:
me contaron de sus vidas, sus triunfos y sus fracasos,
de que el mundo andaba loco y hasta el cielo fue comprado,
y más miedo que ellos dos les daba el propio ser humano.

Y yo ya no esperaba a nadie, y entre las risas del aquelarre
el Diablo y la Muerte se me fueron amigando.
Ahí dónde dobla el viento y se cruzan los atajos.
Ahí dónde brinda la vida, en la esquina de mi barrio.

De mi barrio.