jueves, junio 30, 2005

¿Un desgano es como una derrota? ¿o más bien como un empate sobre la hora?
No sé... quisiera desarmarme y apilarme en el rincón de un placard, completamente desconectado, hasta que vuele la primer mariposa.

martes, junio 28, 2005

Los juguetes del batallón.

Casi un arma de guerra
(qué brutal paradoja):
no posee gatillo
y carece de pólvora.

Es también otro cuerpo
but con goma por piel
y se mantiene despierto
(aunque es más "ella" que "él").

Qué gracioso imaginar
al fuhrer dando a entender
a un ejército alemán
cómo debían hacer
para con ella menguar
la abstinencia de placer.
Me (des)ganó la nada.
Y es así, nomás... el vacío que se coló por la rendija del lunes y copó la parada.
Más que gris, pero menos que negro, todo el panorama está bastante perdido entre los gritos de desesperación que, obviamente, nadie puede salvar, y eso no significa que no los escuchen, o que no quieran ayudar, sino que simplemente no hay forma de hacerlo.
Cuando hay vacío, por más chiquito que sea, ya está. Es una bomba de tiempo. Una semilla a toda velocidad que crece y se ramifica y te come las salidas antes que nada, y después dibuja entradas para los miedos, y abre grietas por donde se escabulle la desidia y ¡plaf!, te caiste al suelo y estás completamente maniatado, como un Gulliver en la islánguida.

lunes, junio 27, 2005

Desplante del recuerdo.

Hoy me interesás vos
por eso te escribo y describo
en esa escenografía:
el patio de muchos chicos
con un trasfondo grisáceo.
La tarde muere despacio
y el cielo cae en añicos.

Suave, el cristal derretido
te va aplastando el cabello
así se suman destellos
a esa cara ya con brillos.
Te veo y me maravillo:
qué espectáculo tan bello
para una noche sin grillos.

viernes, junio 24, 2005

Con nombre de droga.

Rendido a esa posión me encuentro.
Es la distante botica que me urge
para hallar la cura definitiva
a este dolorcillo en el pecho
a este clamor del alma por un poco
de tu metafísica presencia.
Un par de miradas, nomás.
Un poco del sol, de gritos agudos
de tu "excitación" visible
que me compromete con el amor
y esos otros demonios.
Tanto te quiero... y es lo que duele.
Tanto tic sin tac.
Tanto ping sin pong.
Tanto Marco sin Polo.
Como gritarle al abismo
y que ni el eco me responda.

jueves, junio 23, 2005

Esos ojos sonrientes, sólo un espejo para el sol.

A ver... ¿cómo empiezo? Está un poco oxidado esto de escribir... ¿ven? capaz yo tenía razón cuando hablaba de que las responsabilidades te extirpan de lo que más sentido tiene (a veces), o de lo que mejor hace, o de tu arte más brillante. Te ajan. Es como una flor en una heladera. O, peor, en una alacena oscura y polvorienta.
Pero retomemos... también me dormí porque te soñé. No, a vos no. A vos. Reapareciste por los páramos que antes eran casi rutina, y diste vuelta todo, lo dejaste patas pa'rriba... como sabés hacer. Pero no sé si sabés porque sabés o porque tenés esa magia inexplicable que me emboba, voluntaria o involuntariamente. Pero no importa. Lo importante es que resucitaste y se me jodió el esquema una vez más. Parecía todo medianamente encaminado... pero se quebró. Los caminos se taparon, la rutina me comió de nuevo, el agua va helándose... y encima te quedaste con todo el sol, tus ojos se lo hicieron. Y no me lo prestás... tengo que sacártelo a hurtadillas por segundos hasta que un parpadeo, o una vuelta de cara, o qué sé yo.
Y sí... te soñé. Y te acorralaba de abrazos que no te tocaban, y te vencía con suavidad, sin tanto vencerte porque también te rendías, pero yo nomás lo soñaba. Y era tan lindo. Ganarte y que al mismo tiempo ganemos los dos esa batalla. Bah... en el sueño. Hoy por hoy, la batalla es contra nada, porque no hay guerra. Hay derrota y punto. Yo no voy a capitular, pero se nota que no dejás campo para mi ejército (que, como dice el poeta:"no tiene bandera, es sólo un corazón"), que la pérdida infinita es de verdad infinita y no una eternidad de plástico.
¿Y por qué te soñé? "¿A qué has venido? Vuelve al pasado" Pero... ¿qué pasado, flaco? Un pequeño pasado. Un lapsus, capaz.
Entonces descubro dos "referencias" y ya me doy cuenta de lo limitado que está esto. Se marchitó un poco. Hay que refrescarlo.
Pero sigo con lo anterior.
Sisisisi. Problemas de sueños.
Qué joda, eh. Mirá que ya no es muy linda la realidad como para que vengan sueños que la opaquen más. Daaaaaale. Media pila. Ojo, tampoco quiero el insomnio alcohólico de los fines de semana, porque ese estado es un poco onírico también, y encima me fustiga el cuerpo como loco.
¿Por qué te vas como el sol? Y, peor: ¿por qué me parezco tanto a un grillo de clara noche estival?
Ahhhhhhhhhhhhhh, veo que estoy como obsesionado con el sol. ¿Será porque ha muerto? Es como el capricho por los mártires...
Esta catarsis no me está llevando a ningún lado. A la cama, nomás... a buscarte. Pero ¿vas a estar ahí? Porque ahora no sé qué arruina peor: si que estés sin irte a buscar, o si buscarte y que no estés.
En fin... yo me v'ia fijar. Asomaré un poco la cabeza y que sea lo que Morfeo guste.

domingo, junio 12, 2005

En el país de los ciegos, el muerto es rey.

Malditas esas babas
que todo el panorama recubren
y embelesan los ojos
y el entendimiento de quienes
sin querer profundizar
se quedan con la cáscara
de este mundo en ruinas
de esta realidad vencida
por el letargo popular;
y en su semiceguera
pretenden el fino orden
que sus deseos proyectan
donde no hay más que caos
y el pútrido hedor
de añejísimos cadáveres
que siguen vagando
por una vida que jamás
los dejó pasar de moda.

viernes, junio 10, 2005

Vampiros monetarios.

Tan duro un corazón
como el impacto de una bala
como la más súbita muerte,
como ese cruel metal
de pérfida omnipotencia
y frío contagioso
que gobierna una semivida
capaz de ponerle precio
a su mismísma sangre
que es agua para una flor
secándose en el desierto
y sin nubes a la vista.

miércoles, junio 08, 2005

Silencio.

Cuando un réquiem suena
el vacío arrasa los sentidos
y las palabras se achican,
los gestos se inhiben,
las miradas caen.

Cuando un réquiem suena
el aire se vuelve áspero
y la lluvia araña las pieles.

Cuando un réquiem suena
se instala esa impresencia
y un ambiente de derrota,
de condena a lo absoluto.

Cuando un réquiem suena
nos azota la conciencia
de sabernos vulnerables,
finitos, no renovables.

Cuando un réquiem suena
todo lo demás calla.
Coinci(ca)dencia.

Puede que sea
(o quizás sólo
me sienta como)
un instrumento
de esos musicales
que precisan tu aire
o tus dedos
-aunque yo más bien
sonaría por abrazos
o nomás miradas-
y se sienten solos
cuando tu descuido
los ignora en un cajón.
¿Sol u Ciones?

¿Qué responderías
si esta noche (y las demás)
te dijera, convencido
"Me quiero
comer tu dolor"?

Si ese brebaje espeso
hecho de miel y flores
me sugiere por caso
un fiero antídoto
No puedo ser menos
para él y su hechicera
que el fiel devorador
de sus miserias
y heridas.

domingo, junio 05, 2005

Extraña noche triste.

La calle está empapada, los bares llenos, los kioskos cerrados y mi cabeza demasiado activa. ¿Qué hago con un alma libre así?
Si cada gota es un intento empedernido por lavar la herida de tu ausencia.
Si cada domingo, encima de ser domingo, llueve.
Si la esperanza de escampar siempre va a tener una nube que la vuelva a marchitar.
Si del otro lado veo tristeza, veo bronca, pero ningún reflejo.
Si ni siquiera rueda en la alfombra verde la esférica pasión.
Qué pobre esta víspera de algo irreversiblemente gris.

sábado, junio 04, 2005

Paralizado, rajando telones,
anonadado ante el show
de su presencia.
Despierto y considerando
toda la gama de propuestas
que son una pequeña
competición del encanto.
Aunque sé que acá
no está la decisión
ni el abrazo que calme
las danzas del agua
ni el sol en verano.
Una imaginación
de la propuesta.

jueves, junio 02, 2005

Ad Oro.

Terciopelo dorado
que te baña en finos hilos,
quizás los mismos
que desearía sirvieran
para una obra compartida,
un abrigo duplicado.

Terciopelo dorado,
el sol en los ojos,
y la luna tenue
¿no serás, por caso,
un atardecer ideal?

Terciopelo dorado
de muñeca preferida
de adorable criatura
de sueño de muchos
de anhelo profundo
de quimera o utopía
de ensueño-envida.

Terciopelo dorado
tan lejos de mis dedos
y tan cerca de mis ojos.
En la sombra de la conciencia.

Si el sol fuera conciencia
la ignorancia tendría el papel
de un enorme ombú
y en su resguardo
descansaría
la mayoría, desinformada
de las miserias más negras
mientras los alumbrados
caerían calcinados
por la despiadada luz,
y quizás alguno
haciendo equilibrio
en la cuerda floja
que separa
ambos hemisferios.