martes, junio 28, 2005

Me (des)ganó la nada.
Y es así, nomás... el vacío que se coló por la rendija del lunes y copó la parada.
Más que gris, pero menos que negro, todo el panorama está bastante perdido entre los gritos de desesperación que, obviamente, nadie puede salvar, y eso no significa que no los escuchen, o que no quieran ayudar, sino que simplemente no hay forma de hacerlo.
Cuando hay vacío, por más chiquito que sea, ya está. Es una bomba de tiempo. Una semilla a toda velocidad que crece y se ramifica y te come las salidas antes que nada, y después dibuja entradas para los miedos, y abre grietas por donde se escabulle la desidia y ¡plaf!, te caiste al suelo y estás completamente maniatado, como un Gulliver en la islánguida.

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