lunes, febrero 27, 2006

Vidas y vueltas.

Es como hacer un balance de algo que recién no sé hasta qué punto llega, pero parece verde.
Se me dio una urbanidad que es parte de mi piel, de mis dientes, de mi nariz, de mis ojos. Amo esta ciudad como amo a pequeñas partículas vivas que la habitan.
Soy cuerpo del delito de engranajes inimaginablemente grandes y pesados.
Mitad cadáver de muertes interminables, mitad feto de una criatura que nunca termina de nacer.
Heredé sueños de quién sabe qué poeta, heredé ambiciones de quién sabe qué idealista, heredé miedos de algún trémulo capitán de barco hundiéndose.
Aterricé algún día en la espuma del paraíso... y de tan pesado, me hundí hasta el fondo del océano infernal.
Un extraño híbrido de sensaciones, con todas las luces que una sombra puede tapar.
Y hoy, destrabando en el corredero de la memoria futurista los cerrojos sombríos, me veo como un resultado de primer tiempo, como un cero a cero parcial y de visitante.
Si un tronco virgen es tallado, bien o mal, ya no es virgen.
¿Vale la pena destripar esa inocencia por la causa de la belleza?
Tantas dudas para una existencia tan esporádica.
Como el tiempo... si uno cree en el tiempo, resulta que siempre es tarde. Si le damos una oreja ilusa a su discurso de agujas exactas y movimiento uniforme y frutas cronológicas, tendríamos que cortarnos las venas existenciales con el Rolex de la desidia.
Me parece que algo en la cabeza anda tan bien que anda mal. O hace mal.
¿El bien, de tan bueno, puede terminar haciendo mal?
Es como si un corazón pudiera estallar de felicidad.
Puede.
Entonces... no entiendo.

sábado, febrero 25, 2006

Tres pisos.

Mi suelo en tus ojos.
Mi cielo en tu sonrisa.
Mi infierno en tu oscuridad.

Amuleto de protección.

Se creó una fusión entre tu amor y mi engendro, y nació el costado más sensible.
Sos la única capaz de postergar mi boda con el diablo.
Sos el espejo que e salva cuando mi cruda autocrítica en este sosten se vuelve más crítica que auto, y que sana.
¿Sabrás?

viernes, febrero 24, 2006

Es tarde...

Hoy, sordo de vino, la melodía de tu recuerdo me hace soñar canciones del cuento ideal.
Te veo como el crucifijo sagrado de una religión que gobierna el amor y me aleja del demonio, como sólo vos podés hacer.
El sueño de blancas mariposas de papel se topa con tu forma real y muere sin ser parte de la ilusión que amanece en mi cabeza.
Pierdo la fe, pero no mi amor ni el verde que calma mi corazón.

Confusión.

- Buenos días, quiero pasar a la historia.

- Pase nomás. Al fondo a la derecha...

miércoles, febrero 22, 2006

Charquito de agua turbia.

Qué chipazo en los oclayos, querido...
Estoy casi llorando tu locura, maravilla de la tierra. Dejame espiar un rato esta farra que andamos evocando y entonces... uffff.
Bueno, el punto:

* Hay una fracción del ser que no tuvo fe ni en dios, y perdió el juicio final.

* Yo no sé por qué siempre la nostalgia ataca en par con la soledad.

* Es más fácil olvidarme de sonreir que de vos.

* Si alimento a mi corazón, no necesito comer, no conozco el hambre.

* Las mariposas de papel sobrevolando una esponja verde gigante.

* Sos mi norte.

* Gaia me guiñó un botón de flor.

* ¿Y si el sueño se olvida de volver?

* La luna es la mariposa en este flor de cielo.

domingo, febrero 19, 2006

Returneando.

Vuelta y vuelta. Una más. O dos.
Volver... revolver (¿de cucharón, de vuelta o de lito?).
Otra vez armado en tu mágica coraza de lagrimales caprichosos.
Te extrañaba hasta el olor, mi amor.
¿Y de quién estoy hablando? ¿O será la poesía una mezcla rara de centro-a-la-olla?
Hoy me aborda el calor preciso de un domingo veraniego aun, lo que no es poco.
Siempre uno sabrá por dónde llegar a la queja...
Nosotros somos el pecado, no los pecadores.

Temor, temblor.

En la espesura del temblor, por alguna razón no puedo comenzar el conjuro físico de lo que mi alma rebalsa.
Cuánto amor inhibido, ciego por temores inexplicables, que precisa la mano idónea para salvar un par mágico...
¡Dependo tanto de ese envión!
La herida de un horror es el niño que mendiga por tu audacia.
Pocas cosas quiero más que un juego y delicia como lo que se pretende... pero lo invisible de las sombras es certero en su malicia.
Ojalá mi mirada fuese un bote implacable, o tus mejillas un puerto ideal para aplacar ese ardor desesperado.

jueves, febrero 16, 2006

Urbaires.

Puedo poner en duda a cualquiera
que me diga que la melancolía
no fue parida en un rincón de Buenos Aires.

Descansando en la sombra de Leopoldo
o viboreando el cielo con Julio
desde la mademoiselle hecha Plaza
hasta adoquines casi bautizados
son tantas mis cadenas de amor
a tu gris plataforma urbana
que extrañarte siempre es lo menos
y para lo más no tengo palabras.

El atardecer.

Un grupo de almas que, sin hogar, se dejan absorber por una piscina común de historias particulares. Son sencillamente colores pintando el óleo de un atardecer místico y brujo.
De todas y ninguna parte, hijos nómades del instinto viajero, suspiran recuerdos que serán futuros de otros aventureros.
La energía fluye como un caudal de chispas en el aire saturado de alegría.

sábado, febrero 11, 2006

Gabiota.

En nuestro duo dinámico
no cabe un alfiler de cordura
no hablemos de verle la costura
al saco de la razón
preferimos corazón
y una lima que suavice
las asperezas de la realidad.

Somos dos limones
colgando de la misma rama.

Sueños que nunca duermen.

Si entre las sábanas de mi razón
me refugio para no encontrarte
y tu amarguísimo corazón
se las rebusca en su arte
siento imposible descansar
no me atrevo a no pensar
la parsimonia, el bienestar
son dos polos de este mundo
que, dandole un NO rotundo
a la paz del murmurar
se proponen desbandar
la mesura en un segundo.

Mes.

Si las hojas del calendario
se marchitan y van cayendo
como el más cíclico árbol
los días suman rubíes
en la cantera de tu sol
que arde y quema las sombras
y arropa mi corazón,
abraza y arrulla mis miedos,
y me presta sin dudar
dos piernas hermosas
para correr de la muerte
que me persigue incesante.

martes, febrero 07, 2006

Lo arriba del abajo (el techo del sur).

Serpenteando las fauces de Lucifer, o en un anfiteatro de ensueño rocoso.
Amando estrellas de cerca, soñando despierto un río manso.
Sueñitos y sueñazos, de la mano en todos lados, como una antologia de imagenes poeticas y podios naturales que no se dejan caer entre ellos. Solo alguna mano del hombre que opaca ligeramente bellezas de calibre demoledor para los cementos crudos.
En un marco delicioso, la altura del subsuelo es como una paradoja cautivante.
¿abajo de qué?
¡Arriba de todo!