lunes, febrero 28, 2005

Una piel dura como las cuevas pétreas protege a esa helada humanidad de la divina amenaza que representa la magia.
Con sus ojos obsoletos-pero-programables se dan el lujo de diagramar la realidad de acuerdo con sus cánones, y prohiben el ingreso a cualquier forma de vida o pensamiento que no se encuentre en la lista de honor.
Van atravesando una tormenta furiosa, pero no se mojan en lo más mínimo y, por el contrario, más allá de ignorar a las gotas, tratan de asesinarlas con suspicacias viles y certeras, letales como el gélido atlántico sin una balsa.
El techo del mundo.

Uno que va subiendo y se pierde en su terraza, pidiendo bajar a gritos pero sin una respuesta complaciente. El entorno es externo, y juega ese papel de extra que toca sutilmente la experiencia de uno mismo.
Hay como un cortocircuito entre la conciencia y los actos, y se sabe. No se obtiene la respuesta esperada, y eso se transcribe en una especie de desesperación pacífica que copa la situación de a momentos. Es todo demasiado cómplice de este vértigo como para tratar de escapar así nomás.
Mientras tanto, el reflejo se amortigua en una espuma suave y amarga, para que una de tantas aspiraciones termine con la mínima cordura que aguantaba en los terrenos de la mente. Es una elevación fugaz e incontrolable. No hay ningún tipo de voluntad, que ya se fue por las suyas a caminar las calles vacías.

martes, febrero 22, 2005

Un guijarro y su calor.

Caminando por el tejado de la demencia me voy encontrando con sombras de muchos pasados, que complican los pasos, y los hacen falsear, temer al apoyar, como un cuento de esos en que el suspenso se gana el protagonismo así porque sí.
Y una vez que paso ese campo minado de terrores, me encuentro con la pelea final: un duro murallón donde saltar es continuar, y considerar es detenerse eternamente ante él, contando sus ladrillos, analizándolos, expectante ante cualquier autodeterminación del futuro para derrumbarlo, pero sin éxito aparente, como suele suceder en ocasiones tales.
Melancolador.

No pasa por extrañarte, porque no sé cómo puede llegar a ser eso como una realidad pura y sencilla. Pero hay algo que te busca, que quisiera encontrarte, y vos estás ahí, bajando la barrera a esto, algo de lo que supe ser culpable y ahora parece haber terminado en un virus tan contagioso que me mata de rebote.
No me sale salir.

Salgo sin salir, en el mismo periplo de humanidad-no-humanidad que recorro generalmente, pero con una fantasía diferente, una mezcla de elementos que crean ambientes múltiples en la misma vista, y desquician la pobre franja de cordura que queda como límite antes de la locura fatídica y excéntrica, casi casi insuperable.

jueves, febrero 17, 2005

¿Qué pasa? Pasa que en medio de este agotador y cansino desierto veo, como un flash, una especie de bosque tropical saturado de humedades, con lianas que cuelgan de inmensos árboles que se juntan en grupos numerosísimos para formar comunidades de verde paradisíaco. Y ésto, como si fuese una vía, nos lleva directo a otros misterios maravillosos, a una variedad colosal de animales, que van desde pequeños roedores hasta las más esplendorosas y coloridas aves, desplegando un vuelo majestuoso por sobre las espesas copas en reunión. Pero quizás lo más impactante es el caudaloso río que parece cruzar de lado a lado esa mini selva: se trata de un imponente brazo de agua (clara como una retina) que hace de tutor perfecto para descifrar con su recorrido un sendero de magia única y autóctona.
Esto, si bien hermoso, me resulta, por lo menos, sospechoso. No sólo por el desierto que rodea Lo Frondoso, sino más bien por su repentina aparición, que parece hacerle trampa a una vista bastante privilegiada si se quiere. Esa duda me turba y suscita en mi cabeza una imagen que muestra el esplendoroso oasis protegido por un impenetrable velo de utopía que se encarga de poner en jaque a un dulce anhelo, y entonces la palabra "Espejismo" toma forma en mi cabeza, pero lo hace de un modo pesado y lento, como si mi mente estuviese rumiando la idea y no quisiera terminar de tragarla nunca. Y es obvio: renunciar tan fácil a una maravilla así es un delito sin ningún tipo de fianza posible, y por el cual muchos terminan con pena de muerte a la ilusión.
Preguntas para abrirle una herida al horror y salir por ella de su seno.

¿Qué se hace cuando el miedo
se ha sentado en el trono del corazón
y con su corona paraliza al mundo?

¿Para dónde hay que correr
cuando uno se siente inválido
por el peso de las sombras
sobre las propias piernas?

¿Cuántas cosas se pueden desear
de una pequeña hoja que aun no sabemos
si piensa caer este otoño?

¿Hay alguna pócima
que haga florecer amores
abiertos de par en par
sobre los yermos campos del pavor?
Expresiones de deseo
en canciones compartidas
que no sé qué objeto tienen
y mi confusión se hincha
y mi infantilismo aflora
y todo lo indefenso que existe
empieza a parecerse
a mi alma en carne viva.

Tengo ganas y miedo
yo quisiera cuidarte
pero son hilos invisibles
hechos de finas sombras
los que me inhiben palabras
preguntas, verdades, dulces gritos
y me terminan enjaulando
en una mediocridad peligrosa.

El pavor y la nofobia
son pareja de esposas
que atan manos y sinceridad
por no poder soportar la idea
de otro trágico fracaso.

martes, febrero 15, 2005

Necesito escribir, y mi cabeza no sale de canciones, así que voy a poner una que está demasiado relacionada con los embrollos que tengo en el tejado.
Hay magia de Piazzolla y del Polaco, y también tiene magia de otros campos.
Esta es una versión copiada del tema por mí, así que cualquier falta se puede denunciar.
Y también quizá alguna acotación.

Balada para un loco.

Las tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué-sé-yo, ¿viste? Salís de tu casa por Arenales, lo de siempre en la calle y en vos, cuando, de repente, de atrás de un árbol, me aparezco yo: mezcla rara de penúltimo linyera y de primer polizonte en el viaje a Venus; medio melón en la cabeza, las rayas de la camisa pintadas en la piel, dos medias suelas clavadas en los pies y una banderita de taxi libre levantada en cada mano. Te reís, pero sólo vos me ves, porque los maniquíes me guiñan, los semáforos me dan tres luces celestes, y las naranjas del frutero de la esquina me tiran azahares. Vení, que así, medio bailando y medio volando, me saco el melón para saludarte, te regalo una banderita y te digo...

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
¿No ves que va la Luna rodando por Callao?
Que un corso de astronautas y niños, con un vals
me baila alrededor. Bailá, vení. Volá.

Ya sé que estoy piantao, piantao, piantao...
yo miro a Buenos Aires del nido de un gorrión.
Y a vos te vi tan triste... vení. Volá. Sentí
el loco berretín que tengo para vos.

Loco. Loco. Loco,
cuando anochezca en tu porteña soledad
por la ribera de tus sábanas vendré
con un poema y un trombón
a desvelarte el corazón.

Loco, loco, loco. Loco
como un acróbata demente saltaré
sobre el abismo de tu escote hasta sentir
que enloquecí tu corazón de libertad,
ya vas a ver...

Salgamos a volar, querida mía. Subite a mi ilusión super-sport, y vamos a correr por las cornisas con una golondrina en el motor. De Vieytes nos aplauden: "¡Viva!¡Viva los locos que inventaron el amor". Y un ángel, y un soldado y una niña nos dan un valsecito bailador. Nos sale a saludar la gente linda, y...loco... pero... pero tuyo... qué sé yo... provoco campanarios con la risa y al fin te miro y canto, a media voz...

Quereme así, piantao, piantao, piantao.
Trepate a esta ternura de locos que hay en mí.
Ponete esta peluca de alondras y volá.
Volá conmigo ya. Vení, volá, vení.

Quereme así, piantao, piantao, piantao.
Abrite a los amores que vamos a intentar
la mágica locura total de revivir.
Vení. Volá. Vení.

¡VIVA! ¡VIVA, VIVA, LOCOS! ¡LOCOS! Locos... todos locos, ¡viva, locos!
Loca ella. Y loco yo.

Gracias por tanta fantasía, Astor. Gracias por tanta conmoción, Polaco. Gracias por tanta inspiración.

lunes, febrero 14, 2005

Con los ojos en ascuas, colgado de una ventana al eden de la paz. Suenan Los Piojos, y tus labios de seda son la luz (¿de mi condena?). Me saluda un jardín prestado, y entendo cuánto de maravilloso tiene ésto, de todo lo que me evoca: hay recuerdos que trato de pilotear, y me franelean el espíritu.
El lugar tiene claroscuros. Da la calma más pedida, pero es casi como una sobredosis en los momentos que me surge el lado activo. Aparte la va de suplente de otro lugar en donde sí quiero estar, donde me espera una pequeña vida que dejé en stand-by, y que no quisiera encontrar borrada cuando llegue (los cortes de luz son cosas que pasan).
Me hundo en mi propio brazo, en la cama y en la situación. Me deshago de mi mismo y vuelvo a ver con mis ojos pero sin estar dentro, como si sólo fuera un binocular para observar el mundo que tan lejos mío está, y poder vivir levemente otra forma que no me resulta posible, y me huele a letal. Y yo también soy, en parte, ese de vos que oficia de inspiración cuando la vida falla, como el resto de las cosas que van al piso. Conformás un espacio de mi locura, tenés cierto número de acciones en sus actividades y reacciones aisladas y tan perdidas como encontradas.
Copioso llanto de ángeles decora y da forma a un pandemonium de vuelos. Entre nubes estás vos, con aire de canción y de sueño sin cumplir, esa pequeña cuenta pendiente con mi reserva de caramelos.

miércoles, febrero 09, 2005

Redoble y despedida para el croupier de los sueños triviales y tangibles. Dueño de una muy justa simpatía, se retira con cierta algarabía culposa, para dar lugar a ua sucesora sosa. Entonces había aun cierto saldo positivo, que fue menguando con el correr de los instantes. Y amenazaba una estrepitosa pérdida. PEro el azar hizo click y con algún suspiro demoledor comenzó a reconstruirse la torre, para finalmente, casi por mitosis, lograr sumar otra al imperio. Momento de retirarse del paño. Momento. Por el momento.
Emerjo hacia un mar de oro y resulta mi nuevo habitat, con cortinas musicales a cargo de algunos pajaritos madrugadores que gustan de endulzar oidos como los mios (muy agradecido a ellos). Mientras el mundo gira y yo, de costado, voy viendo pasar multitudes, actividades, ideologías en caja, soledades de 4 estrofas y mucho amor al estilo TV. Qué sé yo... no resulta muy interesante este paquete, así que sigo escuchando y viendo ofertas, mientras tanto me quedo con ésta, que por lo menos incluye alas en algunas de sus "realidades".
...PERDIDOS EN LA VIDA
VIVIENDO SIN NUNCA APRENDER
A PESAR DE NUESTRA PIEL
A PESAR DEL AMOR...

Las pelotas
Tirar abajo la piel, como un hechizo de exorcismo, para desnudar purezas definitivas que dejan bien claro lo que hay y lo que podría haber, y hasta lo que jamás habrá.
Desgarrarse uno mismo cuesta, pero el seco y suave dolor que produce el sentir los retazos siendo arrancados por finas manos tramposas es un flagelo tan tibio que, aun sabiendo del daño, se disfruta por mil.
Magia para dos corazones locos.

Hay ciertos momentos que no por grandilocuentes resultan eternos, o al menos memorables. Y hay otros que de una pequeñez hermosa hacen surgir un cuadro que queda grabado en el corazón como una quemadura terriblemente ardiente y profunda. Hay, entonces, momentos como éste.
Todo nace, se detona (por decirlo de algún modo) por un apego compartido a cierto arte, a cierta fábula devenida en canción sublime. Pero la gestación tiene un período tantísimo mayor y un sui generis casi arcano entre las ramas del ombú que crece en medio del pecho.
Pero lo mas sensacional del acontecimiento es que ni siquiera fue la canción en sí lo que nos hizo brillar, sino su gratísimo recuerdo, y nuestra mutua inclusión en ese mundo e ilusión supersport. Ahí, justo ahí donde me trepo a la ternura de loco, ahí la balada se hace (se hizo) magia. Magia para un loco y una loca. Quizás juntos. Al menos sí en ese momento, donde fui testigo y objetivo alcanzado de un ataque de dulzura y vulnerabilidad infalible, cosa que pasa cuando el universo queda chico para dos entes desbordantes de luz.

lunes, febrero 07, 2005

Un telón blanco que se cierne sobre el horizonte cercano para generar algo asi como un escenario privado, con los arboles como límite, despreciando la ciudad que hay más allá, dejándola de lado.
Y ahora el telón se precipita en una lluvia hermosa, que va revolviendo el mar y el alma, como si tuvieran algún vínculo supraterrenal y férreo. Flota la melancolía, como el telgopor del interior, ganándole al resto la carrera hacia la superficie. Y es que lo imposible de no-extrañarte tiene cada vez más peso.
Fabula que dora y vuelve a dorar la alfombra mágica sobre la cual se mueve, y a quien besa y escapa raudamente, con indecisión crítica. Va dueña de una cadencia hipnótica, y todo el peso de tidas las ciudades que antes postraban mi alma y mis hombros, ahora levita sobre mí, como todo alrededor. Soy dueño y protagonista de un recuerdo eterno a futuro.
Son como la dupla de una serie de superheroes económica. Y tienen la supercualidad de distorcionar mi realidad completamente, aparte de ser invisibles. Se contraponen demasiado, y eso es como una supernova con timer.
Uno pone piel de roble ante el asedio. Otro ablanda hasta los huesos, pero los dos se disputan cada situación para lograr milagros que compiten en su fraude.

No tengo mayores ni nuevos argumentos para desear tus manos, o, al menos, tus dedos. No soy seguridad confortable ni promesa de algo menos malo, ni consuelo real. No sé siquiera si puedo ofrecerte un corazón. Pero sí me queda en stock un infinito caudal de abrazos, ganas de cuidar de alguien más que yo, de protegerte entre un manto de brazos.
Atormentando almas, nuestras almas, sin ninguna gana, con mayor torpeza, como mi bruto cuerpo que respira rusticidad. Tengo un viscoso corazón que se convulsiona ante las furiosas agitaciones de tu parte, y su estado es terminal. Tiene la piel ajada de los raspones miles, y el tiempo y vos presionándolo sólo consiguen replegarlo más y más. Teme y se va, amedrentado, a refugiarse en su rincón singular, trémulo de pavor, pero con cierta estima intacta. Y ahí se duerme, sueña, arma, proyecta y resurge, hasta que el factor inhibición vuelve a morder sus tobillos endebles. Entonces, como un nuevo principio, todo parece acabarse.
No quiero todo el poder en mis manos, en mi voz, en mi sien. Sólo deseo una combinación sincronizada, sí, una complicidad espontánea que nos encuentre encontrándonos.