viernes, julio 30, 2004

No mirar, no responder, no brillar. Tengo el miedo del que sabe que un poder más grande que él no puede dominarlo pero sí aprisionarlo. Parpadeo. Estrellas parpadean. Estrellas azules. 
El miedo en la espalda, el pecho tieso, la coordinación balbucea. Sólo una imagen de soberbia trajeada, un blue demon con chapa que tiene la mente como un lavarropas. Y la fugaz sensación de que la eternidad en un placard toma forma humana. Que alguien me salve de este infierno azul. Horrore humanum est, y ese lobo-sádico con facha de cordero-justiciero lo sabe hasta el hocico... ¿al servicio de quién? 

miércoles, julio 28, 2004

Apertura.
 
Abrí la puerta sin puerta y sin querer
como si alguien me empujara
a una dimensión donde no existe
lo que alguna vez fue trágico
y ahora la revolución hace caer
poco a poco las espinas del odio
y las flores del amor.
 
Es una apertura al otoño,
quizás la primavera.
Princesa, no hay profundidad
que la luz no alcance,
porque pude escapar de mí
para encontrarme con otro yo
que me entiende mejor.
 
Pero  tan cierto es que siento...
no niego mi sensibilidad.
Me hago cargo y reconozco:
veo el cielo con ojos de pájaro
pero tengo alas de perro.
 

martes, julio 27, 2004

Ebrio de mis propias palabras, mágico me siento pues la vida sobre mi se ha alzado e ilumina con relámpagos una cuestión de colores fabulosos, paranormales, furtivos e indomables. La cabeza se ha expandido, coloniza terrenos que supo no pisar en otros tiempos sólo para que esta gloria extenue mi propia capacidad de bienestar, para agotar hasta a los orgasmos.  Todo se abre, mil quinientas puertas se abren para dejar ver que la verdad es infinita e imperfecta como el mismo dios, o quizás no, nadie lo sabe. Nadie tiene derecho a hablar de perfección, ya que sólo él la conoce. Oh, Nadie, si vivieras entre nosotros para poder explicar tantas cosas que sólo vos sabés... ¿qué habrá detrás de la muerte? ¿qué será la perfección? ¿cómo se sentirá moverse cuando los demás estamos paralizados de miedo? Solemos no encontrarte cuando el vacío se hace dueño de un lugar. Pero en el vacío no hay Nadie. Es tan paradójico el rumor de las espinas cortando el aire que respiramos... pero no se puede creer que lo único común a todos sea la muerte, para algunos más común que para otros.

A plena fantasía, recorriendo la urbanidad del hombre, extendiendo metáforas sociales a palabras de pensamientos excesivos y melosos sobre una cursilería política y astral. Los charcos espejan la vida que contagia por ósmosis a la ciudad, haciéndole el pesado favor de recordarle la existencia de ilimitados mundos fuera de sus límites, o dentro de ellos. Y las uñas todavía conservan restos de fantasía, la cual arañaron hasta último momento en pos de conseguir la supervivencia de aquel submundo tan idóneo para quien vive así la historia. Fantasía, realidad y esto.

jueves, julio 15, 2004

¿Dónde habrá quedado la otra parte que ve cosas que los demás no ven? Quizás se borró con un paso equívoco que mutiló ese futuro, dejando desnudo al tenue soñador, para quien las alas ahora vienen acompañadas de un pequeño temor a los tornados. O quizás no reparé a tiempo en los insignificantes colosos del caos, quienes saben llevar cuentas de todos los detalles, por más finos que sean.
Realmente, no lo sé, sólo puedo asegurar su ausencia, mas no la causa. Ignoro el paradero de la ilusión, del despertar entusiasta y fervoroso, de la alegría matinal, de los dulces sueños. Mi error fue distraerme (lo asumo para quedarme tranquilo con respecto a que la culpa sea de alguien), no percibir ese destello furtivo, ese guiño soslayado que irrumpe en la rutina para extirparlo a uno de ese caldo denso y asfixiante. Se esfumó la magia que respiraba entre vuelta y vuelta remolona cuando me tocaba comenzar el día de la peor manera: obligado.
Quizás ese lisérgico sentimentalismo rosa sólo cabe en prospectos de otro yo, uno que, ante la desesperación, se internó en el caos con el afán de encontrar la esperanza, y decidió consagrar su vida a esa expedición quizás-baladí.
Ahora prefiero no pensar, pero quién sabe si así no deje pasar otra oportunidad de reencontrarte...
Precisamente, las estrellas se dispusieron a jugar al cuarto oscuro, y son bastante astutas para elegir escondite y encontrar recovecos inalcanzables.

miércoles, julio 14, 2004

Enredado en las llamas y las volutas
que se extienden invisibles
como pidiendo compasión al ser
que soy cuando dejo esta existencia,
cuando el viento hace olas
en mi cuerpo endeble y astral.

Allí hay reacciones fugaces
que no tienen principio ni fin
porque su forma es un instante
que deja sólo incertidumbre,
devenida luego en admiración y paz
para el inconsciente crédito.

Hay invitados casuales al acto
que se mezclan entre risas cómplices
y sacan a la luz una realidad fina,
propia de los mundos utópicos, soñados
alguna vez por el mismo insomnio,
ya cansado de rechazar la claridad.

Y hay una porción de mis reliquias
aflorando en los fantasmas del caos
(los fantasmas son impersonales,
el caos es glorioso y transitable)
para fabricar ígneos capullos
que rechacen al marchito futuro.

lunes, julio 12, 2004

Una semilla explotó para diversificarse y anidar en rincones peculiares de la mente y el precipicio emergió, volvió a crecer, volvió a creer. El sol y la Luna se le hicieron amigos, y ahora vibran al mismo son. La moralidad rescindió el contrato con el ser vivo, pero para entonces había hecho una buena parte de su laburo y quedaron rastros que hay que indemnizar en un precio alto y jodido de pelear en la corte del presente. Y todo por una pequeña semilla de paz, de igualdad, de ocio, de respeto cordial. La amabilidad no es débil, es sabia y plena, es fructífera, vital. El amor es un poco más que el sexo y sus móviles. Y los prejuicios son el dolor del niño que es taladrado por el miedo inducido. Hay más allá, hay más acá, y hay algo más. Y hay poco de lo que quejarse si no se tienen ganas de quejarse, y mucho odio por repartir si se tienen ganas de odiar, pero lo que falta es amor. Porque no puedo concebir que el dolor de todos sea necesario para equilibrar la crueldad de la raza. No quiero creer que esa igualdad sea tan cínica, porque su vileza me aterra, me desespera y quita de mis ojos la brillante sensación del cambio repentino posible y real. Hay desaliento por donde sea que vaya, pero no soporto el criterio para juzgar al diferente, desprecio la intolerancia ¿o acaso la vanidad no es el principio de los criterios de bondad y maldad? ¿quién puede decirme qué hay de malo en uno mismo si los demás son tan malos como yo? No a los patrones universales, no al absolutismo. Por favor, no a la tiranía de ideas, a la verdad dictadora que azota a sus competidores hasta que la muerte los levanta del piso mutilados y los lleva al féretro para que descanses por siempre jamás. Haya paz, haya amor. La libertad no es libertad si depende de alguien más, y creo que más que esto no puedo decir del tema.

lunes, julio 05, 2004

Hay una muerte que dió vida al prócer de lo marginal hecho cultura y culto, y hechizó todo el color y el calor de las retinas y las sensaciones que fueron amansadas por un claro sentimiento de prevalecer a la tristeza de su extinción. Inflexible al cambio, a la función de despedida, a la burguesía triste del cerebro que no deja pasar los preciosos momentos de mística infernal, él vuela y quiere ser estrella, quiere llegar a soñar el sueño de estar vivo entre tanta acumulación de nubes estrepitosas y aullidos de lobos que consumen almas solteras de prejuicios.
Pero hay una descendencia y un legado disceminado por los baldíos de la sensación, esos lugares olvidados que se tornan oscuros e inhabitados a medida que el tiempo los agobia con sus rutinas incapaces de sórdido poder. Y esa herencia, esos corazones que sudan amor y frío en sus espaldas, esa es la que va a competir contra el asco social, contra la maldad verdadera, contra la violencia humana, para echar a andar el carro de la verdad primitiva, la que el hombre dejó al independizarse del género animal para convertirse a una independencia trágica y fatal, asesina. Dejó su bondad y su inconsciencia en parte de pago, y le salió peor de lo que pensaba. Y los resquicios precarios que se alojan refugiados en recovecos del ánima van despedazando de a poco las estructuras nocturnas, y de esas actitudes él es partícipe, es cómplice indispensable y secreto, camuflado, obsesionado por un dolor que duele más por el dolor ajeno que por el propio. Y se va porque acá no está en el lugar que le corresponde para que esa angustia lo deje en paz y así liberar toda su energía vital, reivindicar los placeres que él siempre atesoró en el sobre bajo llave que deja como prueba de vida, y cuya llave sólo es reconocida por quienes mamaron parte de su rastro astral. Ya la figura distorsionada entre luces y vapores que solía vislumbrarse no será más la ley de su presencia, y no se recortará su humanidad desequilibrada en la lontananza cuando el elixir sanguíneo le haya ganado a su consciencia, ni será su voz la que atraviese el viento fugaz para abrillantar el todo que vemos y darnos un filtro de libertad, un poco de inspiración encontrada. Ahora sólo se dedicará a contarnos en sueños y al oido una maravillosa historia del futuro que quisieramos haber sido, y del que todavía no hemos escapado. Por eso, porque todavía el adiós no se arrastra moribundo, porque está aún muy fresco, es que el gorgoteo se hace más constante y menos casual, porque hallamos en ese reducto de amor un sortilegio que nos acompaña y coarta la maldad y el dolor. Habremos de aprender que subimos a tiempo, pero bajamos a piaccere, y que la sabiduría es una pequeña piedra olvidada debajo de un gran mar que arrastra a todos hacia un océano indescriptible e intangible, por el que sólo pueden navegar las canoas libertarias y el sol hecho delfin. Larga vida al onírico emperador de las profundidades reprimidas.