martes, julio 27, 2004

A plena fantasía, recorriendo la urbanidad del hombre, extendiendo metáforas sociales a palabras de pensamientos excesivos y melosos sobre una cursilería política y astral. Los charcos espejan la vida que contagia por ósmosis a la ciudad, haciéndole el pesado favor de recordarle la existencia de ilimitados mundos fuera de sus límites, o dentro de ellos. Y las uñas todavía conservan restos de fantasía, la cual arañaron hasta último momento en pos de conseguir la supervivencia de aquel submundo tan idóneo para quien vive así la historia. Fantasía, realidad y esto.

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