jueves, julio 15, 2004

¿Dónde habrá quedado la otra parte que ve cosas que los demás no ven? Quizás se borró con un paso equívoco que mutiló ese futuro, dejando desnudo al tenue soñador, para quien las alas ahora vienen acompañadas de un pequeño temor a los tornados. O quizás no reparé a tiempo en los insignificantes colosos del caos, quienes saben llevar cuentas de todos los detalles, por más finos que sean.
Realmente, no lo sé, sólo puedo asegurar su ausencia, mas no la causa. Ignoro el paradero de la ilusión, del despertar entusiasta y fervoroso, de la alegría matinal, de los dulces sueños. Mi error fue distraerme (lo asumo para quedarme tranquilo con respecto a que la culpa sea de alguien), no percibir ese destello furtivo, ese guiño soslayado que irrumpe en la rutina para extirparlo a uno de ese caldo denso y asfixiante. Se esfumó la magia que respiraba entre vuelta y vuelta remolona cuando me tocaba comenzar el día de la peor manera: obligado.
Quizás ese lisérgico sentimentalismo rosa sólo cabe en prospectos de otro yo, uno que, ante la desesperación, se internó en el caos con el afán de encontrar la esperanza, y decidió consagrar su vida a esa expedición quizás-baladí.
Ahora prefiero no pensar, pero quién sabe si así no deje pasar otra oportunidad de reencontrarte...

No hay comentarios.: