domingo, mayo 30, 2004

Las persianas completamente bajas, la circulación al bajo nivel que es norma en esos momentos, pero la psicodínamo frenética, en busca de cosas y casos que nada tienen que ver con todo esto, y menos con aquello, ni hablar con lo de más allá. La luz todavía está encendida, la calma es extraña, algo áspera. No. Más bien es rugosa, como la corteza de un árbol. Y, entonces, la voz. Sí, una voz. Una voz fugaz, repentina, relámpago sonoro y shock: todo se conmueve e instantaneamente emprendo una búsqueda del origen de ese ruido bien definido, pero es inútil.
La tranquilidad ahora se transforma en un mar picado, haciendo remolinos por doquier, bramando por el eco que desestabilizó todo. En un segundo la tensión baja, y se repite la voz, pero con otras palabras. Nuevamente el descontrol, el pandemonium mental. Y otra vez la calma. Y otra vez la voz. Pero ahora, más frío, voy en busca del equilibrio que me permita mantener una coherencia, una seguidilla de palabras, hasta quizás una conversación.
Fue arduo, pero parece que ese yin-yang psicológico ha sido alcanzado, y la conversación va remontando vuelo... y entonces el sueño se lleva a dar una vuelta a mi consciente, dejándolo atragantado de curiosidad. ¿Qué me habrá dicho?

viernes, mayo 28, 2004

En la ignorancia hay tranquilidad, porque sólo se puede odiar y sufrir por lo conocido. En cambio, en lo ignoto se posa la esperanza, la chispa que puede encender todo el fuego. Entonces, quizás podría poner un aviso en el diario que orara, masomenos, así: Cambio escasa sabiduría por prominente ignorancia, pago diferencia, no ofrezco garantías ni devoluciones.
Es como aprender a leer: Cuando uno pasaba por un letrero sin saber leer, era divertido ver los símbolos como dibujos sin sentido, buscándoles el significado, la forma, la expresión, y que estos cambiaran con nuestra perspectiva del momento. Pero una vez que se aprende, el significado, la forma y la expresión se vuelven invariables, irrevocablemente invariables, y ya nunca volveremos a ver una letra sin pensar en su nombre, su sonido, su pronunciación. Por eso propongo una campaña de ignorancia sabia y creativa, es como una anarquía del conocimiento. Que los valores sean sólo valores variables, y que la única verdad se concentre en cultivar el propio jardín sin orinar en el ajeno, a menos que esto sea de común acuerdo, por supuesto.
Brilla el sol contra la pared transparente que le devuelve gentilezas y me acaricia. Del otro lado, el resto. Y acá, acá adentro, una interminable bataola de fuegos, mares, prisas y encierros, tristeza y "todo sigue igual". Van surgiendo esas preguntas sobre cómo el amor se erosiona por las caricias suaves pero letales del tiempo atemporal, cómo la intransigencia es, para algunos, utopía y, para otros, necedad. También surgen respuestas a cosas que no recordaba haberme cuestionado, y ahora no recuerdo haber respondido. Y también esos fugaces enamoramientos, esas historias que viven las miradas, con la intensidad y duración de un orgasmo. Es algo tan cruelmente típico que prefiero no pensarlo para que la erosión no le llegue también a este sencillo estado de calma y reflexión. Es mejor que no se sume al montón de Cosas-sin-sentido. Es que...¡vamos!, si nada carece de sentido hasta que nos decidimos a buscárselo. Por eso hay momentos en los que pensar sin pensar es mejor que pensar pensando, así aunque sea sufrimos menos, y eso está piola. Bah, o será que yo le perdí el gusto a tantas cosas por culpa de esa pesquisa funesta que ya le tengo cierta aversión, y quiero salvaguardar los pocos lugares que quedan del otro lado del sentido. Vale, habrá quien me dé el mote de cobarde, pero si es por eso, lo acepto con gusto.

martes, mayo 25, 2004

Vamos, que el amor cambió de forma, de hábitos, de actitudes y de recompensas. Vamos a ver amanecer al balconcito que es testigo de tantas hazañas perdidas en una ensalada de flores, aromas y mareos. Vamos, que ya está bien de arañar el paño. De hecho, hay que jugar sobre él, para eso fue hecho. Y sí, hay cartas, fichas y mucho buen humor.
Me toca jugar, y mi naipe es la Felicidad, esa con mayúscula que alguien calificó de inexistente, de imposible. Yo tengo que ganar, y ya no hay vuelta atrás. Entonces, si la Felicidad no existe, me voy a ocupar de inventarla mientras los demás no se dan cuenta, o con la ayuda de ellos, lo cual sería mejor. Capaz que si gano yo, terminamos ganando todos. Primero habría que dejar atrás toda la parafernalia de los ideales faraónicos, o al menos postergarla para cuando hayamos encontrado la fórmula de esa inexistencia latente... así que mejor me apuro. Los pasos siguientes se verán a su debido tiempo.
Desde hacía un buen tiempo que lo conocido no tomaba el lugar de la euforia... así que ya le tocaba, y en estos momentos está encargándose de manejar las riendas del bienestar. Esta vez, la simpleza tomó forma de armadura y, lo que siempre fue así, salió a la luz de una manera descomunal, dejando en claro que va amaneciendo.
El protagonista de la obra comienza a comprender los significados de ese nuevo amor, con menos curvas y caminos más libres, que dejan vislumbrar un horizonte mucho más rico, sano y cálido, sin oscilar tanto. Y el sol que va saliendo, desperezándose, es quien se encarga de ponerle la firma a ese grito de guerra que saca al equipo de una posición defensiva por demás.
Es que todo sigue igual, nunca cambió, y ahora hay que festejar la nueva era, el cielo, la claridad y los abrazos, esas caminatas inestables, las lluvias fraternales, saltar al unísono, gritar, soñar y todo lo demás. Porque si tengo de-más, no te voy a andar echando de-menos ¿no?

jueves, mayo 20, 2004

Bueno, recién hablaba con un AMIGO y me dijo un par de cosas que me dieron ganas de hacer la siguiente lista, así que ahí van las cosas que me gustan o me hacen bien en la vida:

Tirar un caño. Abrazar a mi vieja. Ponerme loco con un tema en un recital y saltar hasta perder la razón. Ganarle a Boca. Que la hinchada se cope. Los huevos, la ternura y el resto de la enormidad de mi primo Gopal. La calma, el idealismo, el cariño y las demás cosas de la enormidad de mi prima Belén. Un té con limón y miel cuando el frío aprieta. Una buena limonada o Gatorade cuando el calor agobia. Las charlas y las noches interminables con Edu. Los duendes. La ilusión, el sueño, la niñez. El delirio de Ale. Las locuras del Fer. Fede y su interminable (y cada día más sorprendente) grandeza. Los libros que me abren la cabeza. Las canciones que me conmueven. Hacer reir. Que me hagan reir. Reirme. Ver una película que me haga desternillarme de risa. Los debates tranquilos con gente abierta. Los Redondos. La ropa deportiva. Las camisetas de fútbol. Escribir algo que me conforme. Jugar al fútbol. El Chacho Coudet. Las utopías. El chocolate. Las comidas de mi mami. Mi mami. Los atardeceres en la playa. Las noches en el campo. Dormir cuando hace frío. Meterme al agua cuando hace calor. Tener una pelota cerca. Los primeros pasos del enamoramiento correspondido. Los primeros mimos. Las cartas de personas que quiero. Jugar al truco. Intercambiar miradas con una chica cuando pasa, y quizás una sonrisa. La calma, la paz, la tranquilidad. El mar. Los lagos, bosques y montañas del sur. La AMISTAD con Pablo. Ver jugar a Ronaldinho. Los meses de verano. El calorcito tranqui. LA LLUVIA. El olor de los jazmines húmedos en el verano. El olor del pastito húmedo a la mañana en el campo. El olor del asfalto húmedo en una tarde lluviosa de verano. Llegar de la playa, bañarme y merendar. Las salidas por Plaza Francia con Laura. El gol de Cavenaghi. Mi vieja de buen humor. Jugar por la Copa. Las reuniones en lo de Ale. Cuando la pisa Román. Poder enseñar. Aprender. Plaza Francia y aledaños. Bariloche. Sentirme conforme conmigo. Los animales. Jugar con los perritos. Caminar con algún amigo mientras hablamos. La noche. La seguridad. El licuado de manzana con agua. Comer en McD o BK. Ir al cine. Ver a las chicas que viajan en el mismo bondi/subte. La voz de Ismael Serrano. El pañuelo que me hizo Fede. Mi camiseta de Holanda. Las entradas que guardé de los recitales a los que fui. Las noches de verano. Los cielos claros y estrellados. La Luna. Los recuerdos lindos que no molestan. Conmoverme.
(Y hasta acá dejo la lista, quizás algún día la siga).
Que anden bien. Saludos desde el asteroide b612. Abur.

martes, mayo 18, 2004

Las gotas de un sudor que, a pesar de no existir, sentía caer por mi cara revelaban un auténtico sufrimiento, pero dulce. Inestable, sediento, ansioso, recorriendo un camino tantas veces andado pero pocas concluído. Alrededor se ven caras similares, como buscando ese sueñito que parece tan cerca y tan lejos que uno ya no sabe qué pensar ni decir. Y el sudor corre sin correr, y el tiempo pasa con la lentitud de la luz en mundodisco.Todo es tensión. De pronto el agudo final se precipita, y nos damos cuenta de que por fin era nuestro tiempo, pero también eran nuestros el espacio y el placer. Ahora veíamos las cosas de arriba, y... ¡qué linda vista! La única complicación es mantenerse en equilibrio. Porque a nosotros, a este nosotros, el vértigo nos agranda.

jueves, mayo 13, 2004

El colectivo va repleto. Repleto, y cada día su contenido se abulta más y más, parece que fuese interminable el espacio que tiene para almacenar. Es que usa un mecanismo muy fácil: el intercambio. Todos los días suben distintos pasajeros, y al mismo tiempo bajan los más antiguos. Es raro. Raro porque esos más antiguos son los que más urgencia de llegar a destino tienen, los que más ansias generan, más desesperación. Y el conductor siempre es el mismo: una persona obstinada, oscura, de rostro cubierto, con una mirada sombría y fría, soberbia e inaccesible. Mira fijo y nada cambia para él, pero sí para la victima de su contemplación. Y sube al colectivo, paga su boleto y se acomoda donde puede. El recorrido es interminable. Tiene un itinerario indefinido, toma las vueltas menos necesitadas y para en cualquier esquina, buscando nuevos pasajeros y desechando otros, como si fuesen descartables. Es realmente indignante. Y entonces, cuando el cuento del recorrido eterno, de los descartes, de la misma historia de siempre ya hubo tomado un tono candente e irascible, en ese momento el chofer dobla en un callejón sin salida y, pedal a fondo, choca de frente contra el paredón que cierra, muriendo todos los que habitaban el bus. Y, si bien el conductor puede ser considerado una "persona", los pasajeros no eran ni más ni menos que recuerdos.

lunes, mayo 10, 2004

Ese muerto que ven ahí, así vestido, ha resultado asesinado cientos de veces, y no es un caso singular. Pero cuidado: no todos los difuntos son reincidentes. Lo que pasa es que algunos no saben morir, o no se conforman con eso, ni se rectifican. Hay cadáveres que yacen pacíficamente habiendo tenido una mediocre existencia, y otros que vagan infinitamente la eternidad en busca de esa gota de llanto que perdieron cuando sus aspiraciones fueron masacradas por alguien menos imperfecto que ellos, al menos desde un punto de vista… quizás. Ese cuerpo no-tan-sin-vida que recorre los rincones más oscuros puede perecer tantas veces que uno perdería la cuenta fácilmente. El problema es que casi nunca nos enteramos de su fallecimiento, y esto se debe al criterio paternal que tienen los informantes para decidir sobre cosas que pueden afectar la sensibilidad y el termómetro de libertad de algunos televidentes. Por eso es que la tristeza embiste con fiereza a los muertos reincidentes, y estos sienten que sus pequeños logros se marchitan instantáneamente bajo la suela de esos no tan distintos pero sí tan poderosos, aunque sea un burdo poder ficticio, alimentado por energía banal que sólo puede comprar mentes débiles (que, lamentablemente, siguen de moda). Y es entonces que el difunto comienza su abandono, poco a poco, rindiéndose sin ganas, pero sin alternativa visible. Y así sucede: millones de muertos resurgen millones de veces para ser asesinados nuevamente, como una calesita de intentos, hasta que se agotan y quedan en transición, sin saber a qué mundo pertenecen.

jueves, mayo 06, 2004

El sonido viajó desde el frío. Pero no cualquier frío, oh no, hablo de un frío particular, delicioso. Ese frío que aromatizó todo un recuento de sensaciones mágicas entre ambos, sin dejar de enfriar, pero siempre en la justa medida. Es que siempre viene bien un poco de hielo para darle un uso sabio a la pasión. Y algún día supimos derretir ese clima semihostil para que emergiera de los restos una flor llena de vida, una flor incapaz de marchitarse ya que no sabía de las inclemencias del paso del tiempo. Y esa flor perduró, aunque por un tiempo quedó olvidada en el rincón de una habitación hermética. Pero hace poco, el sonido que viajó desde el frío penetró en ese cuarto para alumbrar con su brillo los decaídos pétalos de aquella maraviila. Y le anunció que el retorno no era inevitable, que las esperanzas sabían hacerse desear, pero algún día habían de ceder, y ese día no estaba tan lejos. La posibilidad le resultó dulcísima, como si una frambuesa harto madura se hubiese fundido en su boca repentinamente, y el paladeo lo enloqueció de placer. La euforia vino a él con paso sereno, y fue ese equilibrio el que le entregó las palabras en una bandeja de plata. Las tomó, las olió, y las acomodó en su alma como piezas de rompecabezas. Allí fue cuando la situación cambió, y el sonido, entre remolinos de colores, fue tomando forma, a lo lejos, en un horizonte que quería acercarse, pero tenía temor, un temor respetuoso que titubeaba y hacía titubear. Pero todavía no hay un final para esta historia, porque las suposiciones no han sido corroboradas, así que eso lo dejo para más adelante. Abur.

miércoles, mayo 05, 2004

Y crecieron. Crecieron dejando un rastro hermoso, un arcoiris como camino, lleno de matices, de gloria y belleza, arengando los oídos y el corazón con mucho arte inmaculado, con un sueño fenomenal que al final sólo fue eso. Crecieron desde los pequeñísimos antros, desde la inmensa soledad, a la cual fueron borrando con el tiempo. Pero están cambiando la goma. Ya no borran con autenticidad: ahora borran con negocios. Borran y venden. Borran y compran. Borran y entregan. Borran y se borran, se desgastan, se deslizan hacia un profundo e interminable destino de apariencias. Con su antigua goma se van los sueños, la magia, los colores... todo ese camino vuelve sobre sus propios pasos e implota en una supernova de tristeza y decepción. Y sólo queda la obra, como ejemplo de lo que pudo ser una fantasía y realidad, pero terminó en un nudo abrupto.
Premonición y psicodelia sin cosas raras, como un encierro o un entierro descomunal. Nada tiene sentido pero todo sale de donde no se sabe nada pero algo lo demuestra, como dando señales de el incendio más magnánimo y colorido, un azul que devora ciudades y capitales del poder más obtuso, más agotado y crítico, más austral y anodino, triste como la tristeza más triste, pero sin tantas lágrimas. Porque no nos obligaron a nacer, pero sí a morir, aunque no en todos lados, y sí en todos los lados de un cuadrado que no cambia su forma ni por asomo, jamás de los jamases, y el delirio ya tomó la posta. Quizás debería bajarme de mi mula, pero no creo que sea el momento, vale más proseguir un poco y ver qué sale de este sinfin de atolondrados que nada tienen para decir, pero hablan igual, sólo para llenar el hueco de silencio en el aire, y así emparchar los sueños con una histeria de realidad que paraliza el mundo para que gire en es dirección tan patética, tan hastiante...

martes, mayo 04, 2004

No dejes que el miedo destruya tu amor.
No dejes que la envidia destruya tu amor.
No dejes que los celos destruyan tu amor.
No dejes que el orgullo destruya tu amor.
No dejes que la soledad destruya tu amor.
No dejes que la mentira destruya tu amor.
No dejes que la realidad destruya tu amor.
No dejes que la religión destruya tu amor.
No dejes que la sociedad destruya tu amor.
No dejes que la policía destruya tu amor.
No dejes que la miseria destruya tu amor.
No dejes que el gobierno destruya tu amor.
No dejes que el dinero destruya tu amor.
No dejes que la ciencia destruya tu amor.
No dejes que el destino destruya tu amor.
No dejes que el odio destruya tu amor.
No dejes que la maldad destruya tu amor.
No dejes que el protocolo destruya tu amor.
No dejes que el poder destruya tu amor.
No dejes que la escuela destruya tu amor.
No dejes que las leyes destruyan tu amor.
No dejes que la gente destruya tu amor.

NO DEJES QUE NADA, PERO NADA, DESTRUYA TU AMOR.