miércoles, marzo 30, 2005

Una vida sin sueños desleales
sin brutos finales abruptos
sin cambios de piel por cobre
sin gritos vacíos
sin noches con más lágrimas que estrellas
sin contactos gélidos
sin arcoiris en monocromo
sin piel de minerales agrios
sin genocidios arbóreos
sin cuentos infantiles elitistas
sin cruces enterradas en el pecho
sin pies descalzos sobre vidrios rotos
sin corazones ciegos corriendo directo a la nada
sin loros de papel más valiosos que un alma
sin guillotina para la libertad
sin carrera de sacos contra el poder...
¿es mucho pedir?

martes, marzo 29, 2005

¿Cuánto de mi alma se enjuaga con la lluvia
que derrite asperezas y corazas?
Así como los pisos, ella también se inunda,
se llena de charcos y huele húmeda y fresca.

Pero no se puede uno acercar así
con miedo a que un rayo lo endurezca,
derrochando cautela en balde
para terminar pasando un secador
que arde como la arena ígnea.

Debería haber sol pronto
o algunos tibios surcos que drenen
esta anegada situación
este desesperar de agua cayendo,
de vapor en el frío.
Los poros en el vidrio, esas estrellas que lo acompañaban, ahora se unen para revolucionar los pisos. Mis pies se empapan, y un ambiente de pseudotragedia aparece en escena... evacuando pequeñas partes del decorado, desagotando las habitaciones, secando rincones y echando a la lluvia, tratando de dejarla en las afueras, donde mejor hace.

lunes, marzo 28, 2005

Hay algo en las noches de domingo... algo que sabe cómo hacer para amontonar todas las penas de una persona, para recordarle cuántas miserias tiene su propia vida. Cuánto duele la muerte, y cuánto más la agonía... y más todavía si se trata de alguien que es, tarde o temprano, el origen de tu vida. Conoce el ardor que provocan los miedos ocultos, los traumas y las persecutas, la desidia en que desenvoca una hora de pensar puro, en su esencia máxima.
Y todo, todo lo que angustia, todo lo que quiebra, todo lo que desgarra... todo eso lo maneja, lo junta y te lo tira en la cara como una bola de espinas. Te tira al suelo. Te humilla ante vos mismo. Es como un aquelarre de las brujas del dolor.
Y ni siquiera está la luna... nomás nubes, nomás gris de tempestad luctuosa.
¿Por qué todas mis defensas ceden tan fácil ante esta circunstancia, ante este perverso instante?
Bah... digamos en realidad que todo el día es como escribir un epitafio para las sonrisas. Pero la noche es el velorio y el funeral, la despedida final, el rasguño más cruel. Se extingue el último color del arcoiris y pasa a prevalecer la oscuridad. Y ahí, en el medio de lo que parece una nada, hecho una pelota de preguntas sin respuestas (o sin respuestas agradables), me veo, trémulo, pidiendole auxilio a una mano de huesos... sin joker, sin luz, sin colores.

jueves, marzo 24, 2005

2 de copas.

Hoy que quiero brindar
necesito dónde chocar mi copa
para escuchar el tintineo
de dos felices bordes.

Pero no chocarla así,
en cualquier lado que se preste
en cualquier vaso o jarra
o incluso en cualquier fina copa.

Necesito que sea la tuya
porque me presta ese sonido
tan claro y eficaz
a la hora de brindar,
de pedir un sabio deseo
de futuro sin nubes,
o de nubes sin lluvia,
o de lluvia sin frío,
o de arco iris intenso.

Pero no veo tu copa,
solo un bosquejo de mano
que a veces me acaricia
y otras me distancia
no quizás por lo directo
sino más por la omisión
por esa no-iniciativa
que me condena al terror
al inseguro temblor,
y actualmente me asola.

martes, marzo 22, 2005

Las piezas.

Voy agarrando pedacitos de sueños que encuentro acá y allá, y así te empiezo a moldear, a esculpir tus colores en mi mente.
Sos de hierbafinocolchón que luego nos cobija en su amabilidad. Sos también de puntitos de luz en la mirada tornasol. Tenés pelo de juego atrapante, de tierno divertimento infantil, de hipnosis al tacto, a los dedos inquietos y melosos. Tus cachetes son como ese algodón de azucar que a uno le dan ganas de ir corriendo y apretar y morder despacito, con tanta dulzura como el material del que están hechos...
Todo todo todo barnizado, particularizado, divinizado por la original locura que aflora de algún rincón. Y con toques de otros pincelazos que dan los marcos, los cielos, las palabras entrecruzadas y precisamente paralelas pero perpendiculares, que rompen con todo tipo de regla de la matemática y avalan todo tipo de regla de la fantasía.
Esa última razón es, quizás, lo imperativo de tanta creación, de tanto arte sin arte. El comodín para que esto aparezca como un rompecabezas completamente raro pero sencillamente posible.
El dragón y la locura.

Un amor de primera vista
con sus ojos de piedra mágica
y su boca que me da de beber
los vapores del mejor delirio.

Me lleva en su lomo
hacia alturas inexplicables
tan poco coherentes
como la misma situación.

Y se hace amigo del círculo
uno por uno lo vamos tratando
besamos sus escamas
con ternura de fábula infantil.

Ahora todos vamos arriba
subiendo desencajados
entre escondidas estrellas
que sirven de trampolín.

miércoles, marzo 16, 2005

Voy vagando errante y veo este prado bélico
trato de huirle, y te busco, amor.
Me das una flor que se hace agua, y mis dedos
tratan de retener desesperadamente
ese espectro de tu especie.

Ahora sos del suelo, que te bebe
y crece una orquídea de ensueños
para embelesar a ojos imprudentes
(ojos como los míos,
curiosos e insaciables
de color y de vida).

Mi riel sigue llevándose un cuerpo
que se erosiona por la brisa y la quietud
y un alma absorbe esa juventud,
de cara a la luna
y a un delicioso salpicón de estrellas.

lunes, marzo 14, 2005

Vení... pero con tus ganas, no por este pedido.
Quiero mostrarte, en este atril que es mi cuerpo,
un pequeño reloj sin tiempo, un pendulo a sangre
que quiere abrirse como una flor
para dedicarte toda su colorida esencia,
esa festiva naturaleza que amanece con el sol
y a la luz de la luna se acurruca
contra los rincones que tienen tu olor
y me pide tu arrullo para un dulce sueño.
Hay un hueco en la realidad
como una sombra incrustada
en el medio de la luz,
en el centro del sol.
Hoy tu rostro se enciende
y me cuenta ciertos secretos
que trato de ordenar y unir
para confeccionar esta historia
que es como una bufanda
todavía por tejer.

sábado, marzo 12, 2005

No estoy acá... realmente
es que volví ahí
en ese inmediato temblor
donde acompaña la luz.

Negra la cerveza que me mira
tornasolada como unos ojos
que silenciosos me envuelven
en las raíces del sol.

Dicen que hay estrellas
yo digo que existís
no sé para dónde se corre
pero hay un atajo
que me lleva a esos brazos
o capaz no es real
sólo lo imagino
a través de una mente
algo atravesada.

Pero sé que te he visto
y que me contagié
de una ternura singular.

jueves, marzo 10, 2005

No estás y puedo verte, como un televisor.
Tu alarma me desvela, y entonces salgo
disparado como un flechazo
hacia la capital de la locura
para tratar de salvar tu vida y mi culpa.

Sos algo raro, como un niño sin inocencia
con temores demasiado adultos
y tu resplandor me confirma la ecuación.
El peligro es que la soledad, tarde o temprano
mutila a la frágil cordura
de una mente intransitable.

Así será entonces, entrando con cautela
hasta que su hacha me encuentre
y caiga ensordecido
por los alaridos de la muerte.

Vos tendrás tu escape, con un aliado
que se parece a mi pensar
no por lo verde ni por lo magnífico
sino por lo laberíntico.

Yo tendré mi paz y mi descanso
y una delicia como certeza
de que sólo estoy muerto
para quien me vea en el piso
tiñéndome de rojo.
Ven, deja resplandecer tu rostro
y dime qué tanto peligro puede haber
en este hipotético idilio de frambuesas
en esta soledad demente y fría.

Atame de pies y manos para no dañarte
y que mis ojos acaricien tu pelo
que la madera de la silla me haga arbol
y mis ramas te sirvan de soporte
para una hermosa hamaca juvenil.

Quiero que tácitamente me enseñes
los caminos para ese pequeño jardín
donde jugamos los dos sin peligros externos
sin inseguridad de planes y mundos
ni seres humanos con su implícito mal.

martes, marzo 08, 2005

Si no es que estoy viendo mal, mi cielo va nublándose con un tono violáceo.
Pequeñísimos demonios salen de sus recovecos para hacer travesuras en la tormenta, que es inminente. Yo corro a la deriva en este campo de inseguridades, sin humo de leches, con una locura que no es mía ¿hay fruta? ¿Es fruta lo que veo? No lo puedo descifrar. No sé si es fruta, o perros que quieren devorarla, o un bosque muerto, o nada. Nada y mi imaginación... ¡qué dupla!
Pero es que...¿viste? Hay lluvia acá, arcoiris allá, y por algún lado en el medio, vos. Mis dedos buscan con la birome tantear la neurona que me tire por ahí.
Yo vuelo (sin alas, y sin volar) donde las vacas harían su festín. Hay que ver... ¿y el tiempo? No sé. La hipótesis de la media docena murió cuando algunos enanitos coparon el reloj. Au revoir, la paix.
Vamos que vamos, los turcos en la neblina.
¿Alguna vez se preguntaron por qué cada colectivo tiene el número que tiene?
La cosa es que entre tanta fanfarria universal salió una vieja ruta hacia el destierro. Y, por supuesto, la seguimos (aparte hacía juego con nuetra pista primera). Bien por los detectives.
Ciertos desvaríos, y cambio de por medio, el destino del destino había llegado a su puerto. Y ahí, claro, se congeló la historia del mundo, y el conejo dejó de correr (con su reloj colgando entre los dedos) para mirar apaciblemente como un par de locos mordían la misma porción de aire, compartiéndola con delicadeza. Pero la hipnosis cedió, el segundero concluyó su siesta y un catamarán del cemento vino a deglutirse el ensueño.
¿Final? ¿Feliz?

lunes, marzo 07, 2005

Deja al sol escalar...

Me siento grillo
que esta pequeña noche
canta para que vuelvas como el sol
y alumbres los rincones oscuros de mi miedo
demostrándome que nada malo hay
que el daño es sólo la sombra de un brasero.
Semillas con miedo.

Vil miedo que cambia
como la piel de un reptil
y se adapta a la novedad
para colarse por mis ojos
e instalarse en el living.

Él toma mis hilos
y decide morderlos
con una furia harto rara
que no lo deja largar.

Entonces soy un borrego
a la deriva y en su carroza
por un peligroso declive
que quizás suba en vez de bajar.
Como un jardín y un deleite.

Estoy y estás, y hay algo.
Tu sueño me tienta, me amansa;
mi vergüenza es elástica y cede.

Somos dos delfines
haciendo pie con nuestras panzas
en una alfombra verde.

Compartimos la complicidad
de buscar ciertos abrazos
que tantas veces fueron tácitos
o, por lo menos, etéreos.
Pequeñísimo hombrecito...
la franela como punto de quiebra
para el suicidio de tu caparazón.

Es tan dura la intemperie
porque esta tibia garúa amedrenta
ese espíritu de caminante sin camino,
ese que trepa el árbol sin sogas.

Tu cielo está tan extraño...
¿dónde fue la luna?
Hay tantas estrellas, y un solo camino.
Me he sorprendido a mí mismo entre las lágrimas de un pasado a merced del dolor. El juego de las culpas se fue a un costado para que mi sensibilidad y yo tuviéramos una cnversación tete a tete en la que cobré la parte más húmeda. Es el dolor y la desesperación en el reflejo de un cálido ser que me despertó aquel lado menos sano pero más mío.
Colmado de angustia por el tétrico pasado inmediato que resulta un eterno futuro de miedos. Ha mordido sin querer la manzana del gran trauma, y ahora llora mienrtas digiere su pecado ¿lo odio? Creo que no... claro que no. ¿Lo amo? Quizás... pero tampoco ¿Lo entiendo? Por supuesto. ¿Lo culpo? Tanto como a mí.
Pero claro, para ellos es un blanco perfecto. Bah, para algunos. Otros (y no sé quién es peor) lo defienden con uñas y dientes de su inapelable culpa.
En esa misma ambigüedad se mueve mi corazón para con él. No sé si lástima, bronca o comprensión, pero que me conmueve, me conmueve.