martes, marzo 29, 2005

¿Cuánto de mi alma se enjuaga con la lluvia
que derrite asperezas y corazas?
Así como los pisos, ella también se inunda,
se llena de charcos y huele húmeda y fresca.

Pero no se puede uno acercar así
con miedo a que un rayo lo endurezca,
derrochando cautela en balde
para terminar pasando un secador
que arde como la arena ígnea.

Debería haber sol pronto
o algunos tibios surcos que drenen
esta anegada situación
este desesperar de agua cayendo,
de vapor en el frío.

1 comentario:

Lucien. dijo...

El martes a la tarde, pastito y felicidad fraternal :D