martes, marzo 22, 2005

Las piezas.

Voy agarrando pedacitos de sueños que encuentro acá y allá, y así te empiezo a moldear, a esculpir tus colores en mi mente.
Sos de hierbafinocolchón que luego nos cobija en su amabilidad. Sos también de puntitos de luz en la mirada tornasol. Tenés pelo de juego atrapante, de tierno divertimento infantil, de hipnosis al tacto, a los dedos inquietos y melosos. Tus cachetes son como ese algodón de azucar que a uno le dan ganas de ir corriendo y apretar y morder despacito, con tanta dulzura como el material del que están hechos...
Todo todo todo barnizado, particularizado, divinizado por la original locura que aflora de algún rincón. Y con toques de otros pincelazos que dan los marcos, los cielos, las palabras entrecruzadas y precisamente paralelas pero perpendiculares, que rompen con todo tipo de regla de la matemática y avalan todo tipo de regla de la fantasía.
Esa última razón es, quizás, lo imperativo de tanta creación, de tanto arte sin arte. El comodín para que esto aparezca como un rompecabezas completamente raro pero sencillamente posible.

No hay comentarios.: