martes, febrero 22, 2005

Un guijarro y su calor.

Caminando por el tejado de la demencia me voy encontrando con sombras de muchos pasados, que complican los pasos, y los hacen falsear, temer al apoyar, como un cuento de esos en que el suspenso se gana el protagonismo así porque sí.
Y una vez que paso ese campo minado de terrores, me encuentro con la pelea final: un duro murallón donde saltar es continuar, y considerar es detenerse eternamente ante él, contando sus ladrillos, analizándolos, expectante ante cualquier autodeterminación del futuro para derrumbarlo, pero sin éxito aparente, como suele suceder en ocasiones tales.

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