jueves, febrero 16, 2006

El atardecer.

Un grupo de almas que, sin hogar, se dejan absorber por una piscina común de historias particulares. Son sencillamente colores pintando el óleo de un atardecer místico y brujo.
De todas y ninguna parte, hijos nómades del instinto viajero, suspiran recuerdos que serán futuros de otros aventureros.
La energía fluye como un caudal de chispas en el aire saturado de alegría.

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