martes, junio 10, 2008

Una esfera para tantos sueños...

Rueda, como la rueda que lleva adelante un sentimiento, una ilusión.
Rueda por la pasión que se deposita, ferviente, en la atención que le prestamos, que le regalamos.
Y gira, caprichosa e indiferente a las expectativas, sólo respondiendo al cariño que se pone en su cuidado, porque ella también late.
Como latimos al mismo ritmo las almas que nos empapamos en su fantasía, cuando jugamos a ser jugadores o cuando caemos en la hipnosis de sus berretines en el paño más irregular del mundo.
Y los colores, que cada uno valora sin concesiones a la razón, porque la gloria y los laureles no ganan el próximo partido, y el sufrimiento en la vida es otro condimento para no caer en la insensibilidad oficial.
O los artistas, que traducen la belleza a un contacto con el cuero, con el trazo más perfecto para describir lo que el deleite pretende, y conmover el entusiasmo de multitudes azoradas por un simple movimiento que nada de simple tiene.
¿Y los que hablan de suerte? El que hace cien agujeros y encuentra un tesoro, tiene suerte (y perseverancia). Pero el que se topa con 80 cofres... La casualidad tiene un límite.
También los guerreros, que ponen la frente en frente de la bota enemiga con tal de salvaguardar su trinchera.
Y mientras, sigue rodando... como el mundo, a su alrededor.

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