jueves, mayo 22, 2008

Molinos.

Si aquel loco caminara hoy por Buenos Aires, caería rendido ante la inmensidad de los aggiornados molinos.
Carteleras de vacíos, colores eléctricos y visiones asesinas. Gigantes seres monstruosos que atacan nuestro mundillo y lo invaden como quien abre un caramelo y se lo mete en la boca.
No tienen aspas, no obedecen al viento. Sencillamente imponen su figura recortada en el horizonte, obligando a los sueños a no ir más allá de su fría rigidez.
Y amedrentan a las almas para que dejen su libertad en el piso como si fuera un arma.
Y se ríen con carcajadas macabras, mientras lo vigilan todo.
Molinos que muelen espíritus y con ellos hacen harina para alimentar su enormidad.
Tristes e inanimados dioses de un mundo que ya se veía venir.
Su romántica visión no era más que una profesía...

1 comentario:

Anónimo dijo...

saludos terricola.