lunes, agosto 14, 2006

Con M.

El desamparo de una ausencia inevitable y repentina. La sensación de que el vacío es muy precoz para esa pequeña fruta, muy verde quizás, y sí demasiado tierna para caer del árbol de la inocencia letal. Va a ser un machucón imborrable, queridísima.
Quizás el día del niño sea la fiesta de la vida que legó en vos al despegar.
De este corazón surge la voluntad de transformarse en cualquier espacio que necesites para reposar de las tinieblas, con las puertas abiertas a toda hora y las luces siempre encendidas. Siempre que vos quieras.
Estos desconciertos de plomo en los pies del alma son contrapeso del vuelo que pretendo para tus alas.

1 comentario:

Anónimo dijo...

sos tal dulce cuando querés
iván andrés...
te extraño.
:(