domingo, agosto 31, 2008

Ceremonia de peregrinos.

Peregrinación y ritual.
Es obedecer a un instinto casi caótico.
Atravesar las distancias que separan al espíritu de su elemento,
dibujar en el recorrido todo el sueño imaginado.
Soltarle el hilo al barrilete y que el viento lo eleve, suave o furioso.
Descansar entre árboles, darle bálsamos a los raspones del alma,
olvidar entre risas que hay dolores latentes.
Disfrutar de compartir una razón, una alegría, una bebida.
Intimar con la locura, conocerse más de cerca, deshojarle algún secreto.
Bailar desde lo primitivo, dejar que el cuerpo se exprese.
Derretirse en algún llanto incontenible o estallar en comunión.
Abrirle puertas a otro sentido, a otra percepción,
que el corazón se haga cargo de nuestro timón.
Y, ya renovados, volver, dejando correr con el agua
toda la suciedad que hemos exprimido.

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