viernes, julio 24, 2009

Cómo consumen ese analgésico desinformativo los espíritus mediocres, carentes de preocupaciones serias.
Comen y comen miedos a domicilio, sin mesura ni análisis, sencillamente sometidos a creer verdades dictadas por intereses económicos completamente ajenos al espectador.
Se encierran por la inseguridad, por la gripe, por el alerta meterológico... todo es un candado tras otro buscando la separación del pueblo crédulo en sus confortables celdas.
Mientras tanto, allá afuera se cometen atrocidades sociales. La miseria y la urgencia matan ideales con su urgencia ineludible, pero nadie chista siquiera, porque los medios callan.
El cielo cada vez es más difícil de ubicar, entre los edificios y la contaminación, pero las tapas lo ignoran.
Las aguas más turbias, las tierras más secas, los climas irreconocibles. La Pacha violada, con sus entrañas en carne viva, siendo saqueada por la ambición de un par de hijos de puta que no tienen fondo.
Y el boludeo de la gente preocupado severamente por un virus inventado para darle creces a otros hijos de puta que tampoco tienen fondo, ni escrúpulos, ni corazón.
¿Qué quedará?

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