lunes, enero 07, 2013

Desatormentando.

Hay veces que las voces
envilecen los decires,
envenenan las palabras,
contaminan el silencio.

Son tiempos inestables:
días muy poco amables
para tal incertidumbre
(acá no se ve la cumbre)
y una frase inoportuna
vertida con acidez
de bronca o insensatez
puede derretir la luna.

Pensar, a veces, aclara
horizontes que se antojan
como certeras tormentas
y acaban en nubarrones
que se dispersan, serenos
al caer la noche lenta.




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