martes, febrero 26, 2013

Psicouróboros.

No hay contrato establecido
pero, acaso, la locura
se vincula de una forma
comprometida conmigo,
con los deseos poéticos,
con la musa inalcanzable
por el tiempo de los necios,
con la propia calavera
que conoce el estoicismo.

Se estampa en cada bandera
que lleve lo libre del viento,
y va con ella al abismo
porque es su causa perfecta.

También pide tempestades 
(convidando ciertas náuseas)
 y sabe ser inoportuna,
ansiosa, pendular, amnésica,
apática y absurda hasta el vacío.

Pero se llena a sí misma
con sus postales aladas
y revienta toda nada
y reinventa cada esquina.

Y por momentos abusa
de sus límites difusos
para buscar lo infinito
atravesando tropiezos,
entre paredes oscuras
escritas por otros tiempos
pero con verdades nuevas.

Vuelve a deshacer el hielo
de los ríos, y es estío
que se cuela en los sentidos
a derretirlos, a hacerlos letras.

Así pasamos las hojas
mientras otros las numeran
¿Quién es Sísifo?
¿Quién la piedra?

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